Hace algunos años, un cuerpo de
ingenieros civiles realizó una inspección de un dique en Pensilvania que
regulaba el flujo de agua de varios arroyos que fluían hacia el valle.
Preocupados por lo que observaron, acudieron a la ciudad que estaba abajo del dique
e informaron a las autoridades.
-El dique es inseguro. la
población de esta localidad está en peligro.
-Ya hemos escuchado eso antes.
Solo intentan amedrentarnos. El dique está bien -respondieron las autoridades.
Al otoño siguiente, los
ingenieros volvieron a revisar el dique y volvieron a avisarle a la población
del inminente peligro que corrían. Una vez más, no los tuvieron en cuenta.
Quince días mas tarde, un
muchacho llegó cabalgando a toda velocidad gritando:
-¡Sálvese quien pueda! ¡Corran!
El dique se rompió y por ahí viene el agua.
La gente se burló de él porque
pensaron que solo intentaba asustarlos. No obstante, en cuestión de minutos una
muralla de agua sucia azotó la ciudad y en menos de media hora Johnstown quedó
arrasada. Murieron más de 3 700 personas.
Si le advierten acerca de un
problema, reconozca que este existe y no se demore en solucionarlo. Ponga manos
a la obra cuanto antes.
El trabajo que más demora es
aquel que nunca se empieza.
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