En la vida hay algunas tristezas. Y también alegrías. Las tristezas te muestran quién eres y cuáles son las cosas realmente importantes. Las alegrías te muestran cuán increíblemente maravilloso puede llegar a ser todo eso. Las tristezas te ayudan a comprender cuán buenas han sido las cosas. Las alegrías te ofrecen una visión maravillosa de un solo golpe de vista y te estimulan, mostrándote cuánto mejor podría llegar a ser. Si no existiese la posibilidad de sentir tristeza no habría manera de vivenciar alegrías. Así, tanto tristezas como alegrías contribuyen a esa riqueza integral que ofrece la vida. A través de la tristeza te fortaleces y en la alegría aprovechas esa fortaleza positivamente. En medio de la tristeza aprendes lecciones profundamente dolorosas, y en las alegrías construyes cosas buenas a partir de lo que has aprendido. Las tristezas llegarán, y también vendrán las alegrías. Cada una de ellas tiene su lugar a la hora de llenar la vida de riqueza y de sentido.
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