Al enfrentar una elección importante ciertamente vale la pena dedicar
tiempo y energía como para asegurarte de tomar la decisión correcta. Que la
decisión a tomar sea la correcta es tan importante como tomarla. Muchas de las
decisiones de la vida no son inherentemente correctas o incorrectas, valiosas o
destructivas. Lo que a menudo importa, más que la decisión en si misma, es lo
que tú hagas una vez que la decisión esté tomada. Tomas tus recaudos en cuanto
a elegir con quiénes compartes tu tiempo y tu vida. Para tomar la decisión
correcta, pon más atención aún en cuanto a cómo realmente vives y te relacionas
con esas personas. Dedicas mucha atención a la hora de definir dónde vivir, o
trabajar o a qué escuela ir. Pon más atención aún en el estilo de vida, la
manera en que trabajas, cómo aprendes, para que esas decisiones sean realmente
las correctas. Cómo funcione una determinada decisión depende principalmente de
lo que tú hagas para hacer que funcione. La decisión en si misma no es ni por
asomo tan importante como el tiempo, el esfuerzo, el compromiso y la integridad
que pongas en juego. En lugar de preocuparte demasiado en cuanto a si has
tomado la decisión correcta, pon tu energía en llevar a cabo correctamente esa
decisión, cualquiera sea. Esa sí que es una decisión correcta; puedes estar
seguro
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