Una Iglesia nueva fue construida y las personas fueron de todas las partes para admirarla. Pasabam horas a mirar la belleza de tal obra.
Arriba, en lo alto, en las maderas del tejado, un pequeño clavo era testigo de todo lo que estaba ocurriendo. Y oia a las personas cómo elogiaban todas las partes de tan encantadora estructura... !Hablaban de todo, menos del clavo!
Ni siquiera sabían que estaba allí, y se sintió irritado y con envidia.
- ¡Si soy tan insignificante, nadie echará de menos mi falta!
Entonces el clavo desistió de su vida, dejó de hacer presión sobre la madera y se fue deslizando hasta caer al suelo.
Aquella noche llovió mucho. Luego, donde faltaba el claro, el tejado comenzó a ceder, separando las tejas. El agua corrió por las pareces y los bonitos murales. El yeso comenzó a caerse, el tapete estaba mancado y la Biblia se quedó arruinada por el agua.
Todo esto porque un pequeno clavo desistió de su trabajo.
¿Y el clavo?
Al asegurar las maderas del tejado, era obscuro, pero era útil. Ahora, enterrado en el barro, no sólo continuó a ser obscuro, sino que también se volvió un completo inútil y acabó comido por el óxido.
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