domingo, 30 de marzo de 2014
zquierda Unida Arcos participa en las Jornadas Andaluzas de Educación
Una amplia representación de la Asamblea
Local de Izquierda Unida de Arcos de la Frontera participó en las Jornadas
Andaluzas de Educación organizadas el pasado sábado por IULV-CA en Málaga.
Antonio Orihuela y Jacobo Cuerdo representaron a la organización local,
mientras que Miguel Ángel Ortega asistió en nombre de la UJCE, y Ángel
Fernández lo hacía como Coordinador Provincial del Área de Educación en Cádiz.
La representación arcense tuvo una
destacada participación, pues mientras que Miguel Ángel Ortega participaba en
la comisión sobre políticas de resistencias ante la Ley Orgánica de Mejora de
la Calidad Educativa, Jacobo Cuerdo era el ponente en materia de Formación Profesional
para el Empleo. Por otro lado, Antonio Orihuela participaba en la mesa
organizadora del debate sobre Formación Profesional, Educación para Personal
Adultas, Educación del Régimen Especial, y Servicios Educativos, y Ángel
Fernández actuaba de portavoz de la comisión dedicada a la definición de la
identidad de la política educativa de Izquierda Unida, Planificación y
Escolarización y diseño curricular.
Las Jornadas Andaluzas de Educación de
Izquierda Unida contaron con la presencia del Coordinador Andaluz de Izquierda
Unida, Antonio Maillo, con el Vicepresidente del Parlamento Andaluz, Ignacio
García, con el Portavoz del Grupo Parlamentario de IULV-CA, José Antonio
Castro, con la Parlamentaria Portavoz en la Comisión de Educación, Marina
Segura, con la representante del Área Federal de Educación de IU, Dolores Dolz,
así como con varios ponentes provenientes de la universidad, acompañados por
más de cien afiliados y simpatizantes, que trataron diversos aspectos en
materia educativa, tales como: la situación de la universidad en la actualidad,
las bases para generar un nuevo modelo educativo, la apuesta por un sistema
educativo exclusivamente público, los procesos definitorios del currículum
escolar, la búsqueda de soluciones a los problemas que sufre el profesorado,
las alternativas en materia de formación profesional, educación de adultos y
régimen especial, la petición de reversión de todos los servicios con gestión
privada, las soluciones ante la falta de personal administrativo y las
alternativas a las políticas regresivas de la LOMCE.
Una de las consecuencias de estas
jornadas ha sido la creación de varios grupos de trabajo para que sigan
profundizando en la elaboración colectiva y la formación de cuadros en materia
de política educativa.
FABULA DE ESOPO
La golondrina, la serpiente y la Corte
Una golondrina que retornaba de su largo viaje, se encontraba feliz de convivir de nuevo entre los hombres.
Construyó entonces su nido sobre el alero de una pared de una Corte de Justicia y allí incubó y cuidaba a sus polluelos. Pasó un día por ahí una serpiente, y acercándose al nido devoró a los indefensos polluelos. La golondrina al encontrar su nido vacío se lamentó:
-Desdichada de mí, que en este lugar donde protegen los derechos de los demás, yo soy la única que debo sufrir equivocadamente.
No todo lo que beneficia a otros lo beneficia a uno.
NUEVO DÍA
Caminamos por la vida intentando librarnos de
aquellas cargas pesadas que nos ha entregado nuestro pasado y nos hacen caminar
de forma lenta. Luchamos por borrar de nuestra mente esos recuerdos que nos
ponen a agonizar y se nos convierten en un castigo. Hasta que llega el momento
en el que de tanto querer olvidar, creemos que lo hemos logrado. Pero con el
pasar de los días, nos damos cuenta de que los fantasmas no son fantasmas, sino
que son realidades vivas que nos hacen llorar y nos llenan de sufrimientos.
Nos sentimos tan impotentes al ver que somos esclavos de un pasado que nos trata como sus muñecos, que nos maneja como veletas y nos hace caer en el mismo agujero de dolor del que creíamos nos habíamos librado… Llegamos a pensar que la vida tiene mucho de injusta, porque mientras unos sonríen y abrazan el cielo, nosotros estamos comiendo tierra, llorando sin esperanza alguna y con el alma partida por no lograr ver la luz al final del túnel. No entendemos nada de lo que está pasando, la gente nos dice que las cosas son simples, pero nosotros no encontramos tal sencillez, por el contrario, nos seguimos ahogando en el mar de nuestros recuerdos.
Pero como bien dicen por ahí: “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista” y somos nosotros quienes debemos tomar una decisión y no seguir permitiendo que nuestras debilidades nos dominen. No está mal que lloremos, pataleemos, gritemos y mostremos nuestra inconformidad con aquella situación que tanto nos lastima, porque si te fijas un poco más en ello, ésa es la única forma que tiene el alma para quitarse ese dolor que la mata lentamente. Pero un día, tras mil y un horas llenas de oscuridad, tus ojos se cansarán de llorar y las lágrimas habrán limpiado esa cortina de humo que no te dejaba ver para que al fin, empieces a reconocer que vales la pena y que no mereces seguir sufriendo por un pasado que ahora vive feliz mientras tu caminas por valles de desidia.
Alguien me dijo una vez que si te daban una gran tristeza, era porque ibas a ganar un inmenso aprendizaje, pero, ¿a quién puede ocurrírsele tan macabro método de enseñanza? Pensé. Con los años, he descubierto que es verdad, que aprendemos más de los tragos amargos que de aquellos dulces, y que no valemos por nuestras caídas, sino por el número de veces que nos hemos levantado de ellas, incluso, sin fuerza ni voluntad.
Puede que muchas veces no nos imaginemos un paso hacia el futuro, pero es porque no hemos descubierto el verdadero valor que tiene nuestro corazón para librarnos de las penas que se nos pegan al alma. Nosotros somos valiosos y debemos buscar nuestro bienestar, así que vamos a recoger del suelo el pedacito de dignidad que nos queda y la vamos a cultivar con esperanza, seguros de que tras la puerta del dolor, nos espera un universo de alegría y amor en el que ya no necesitaremos de nuestro triste pasado.
Nos sentimos tan impotentes al ver que somos esclavos de un pasado que nos trata como sus muñecos, que nos maneja como veletas y nos hace caer en el mismo agujero de dolor del que creíamos nos habíamos librado… Llegamos a pensar que la vida tiene mucho de injusta, porque mientras unos sonríen y abrazan el cielo, nosotros estamos comiendo tierra, llorando sin esperanza alguna y con el alma partida por no lograr ver la luz al final del túnel. No entendemos nada de lo que está pasando, la gente nos dice que las cosas son simples, pero nosotros no encontramos tal sencillez, por el contrario, nos seguimos ahogando en el mar de nuestros recuerdos.
Pero como bien dicen por ahí: “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista” y somos nosotros quienes debemos tomar una decisión y no seguir permitiendo que nuestras debilidades nos dominen. No está mal que lloremos, pataleemos, gritemos y mostremos nuestra inconformidad con aquella situación que tanto nos lastima, porque si te fijas un poco más en ello, ésa es la única forma que tiene el alma para quitarse ese dolor que la mata lentamente. Pero un día, tras mil y un horas llenas de oscuridad, tus ojos se cansarán de llorar y las lágrimas habrán limpiado esa cortina de humo que no te dejaba ver para que al fin, empieces a reconocer que vales la pena y que no mereces seguir sufriendo por un pasado que ahora vive feliz mientras tu caminas por valles de desidia.
Alguien me dijo una vez que si te daban una gran tristeza, era porque ibas a ganar un inmenso aprendizaje, pero, ¿a quién puede ocurrírsele tan macabro método de enseñanza? Pensé. Con los años, he descubierto que es verdad, que aprendemos más de los tragos amargos que de aquellos dulces, y que no valemos por nuestras caídas, sino por el número de veces que nos hemos levantado de ellas, incluso, sin fuerza ni voluntad.
Puede que muchas veces no nos imaginemos un paso hacia el futuro, pero es porque no hemos descubierto el verdadero valor que tiene nuestro corazón para librarnos de las penas que se nos pegan al alma. Nosotros somos valiosos y debemos buscar nuestro bienestar, así que vamos a recoger del suelo el pedacito de dignidad que nos queda y la vamos a cultivar con esperanza, seguros de que tras la puerta del dolor, nos espera un universo de alegría y amor en el que ya no necesitaremos de nuestro triste pasado.