El pasado viernes 17 de
octubre tuvo lugar un nuevo Encuentro Vecinal en la sede de Izquierda Unida en
Jédula. El acto central contó con la generosa participación del cantaor Pepe
Alconchel quien, acompañado siempre del acertado sonido de la guitarra de Miguel
Chamizo, hizo un hermoso recorrido por la geografía del cante flamenco. Los
numerosos asistentes al acto asistimos al nacimiento de las malagueñas de Juan
Breva, los fandangos valientes del Niño de Gloria, de Pepe de Aznalcóllar, las
colombianas elegantes de Pepe Marchena, y, como broche de oro, pasada ya la
medianoche, alegrías y bulerías de Cádiz.
Este Encuentro estuvo
organizado por el Responsable de IU en Jédula, Juan Manuel Asencio Navas, y el
Responsable del Área de Cultura, Juan Bosco Navarro. Asistieron al acto vecinos
de Jédula, cantaores aficionados, y miembros de la Asamblea de Izquierda Unida
junto al Coordinador Local, José Antonio Calderón. Esta nueva actividad en
Jédula surge a iniciativa del cantaor Pepe Alconchel tras su generosa participación,
el pasado agosto, junto a otros cantaores, en el Encuentro organizado por IU a
beneficio de Cáritas, actividad que contó con la asistencia y solidaridad de
los vecinos de Jédula
El flamenco que hoy conocemos
data del siglo XVIII, y tiene como base la música y danza andaluza. En su
origen aparece la gran influencia de la tradición oral española (romances,
villancicos, fandangos, seguidillas), el mestizaje cultural existente ya desde
el siglo XV en Andalucía (castellanos, judíos y moriscos) y la gran aportación
de la cultura gitana; Es cierto que hay comunidades de etnia gitana en amplios
territorios del mundo, pero no podemos olvidar que el flamenco tiene su
nacimiento en Andalucía.
El cante, el toque de la
guitarra y el baile muestran la cara esencial del flamenco, declarado en 2010
por la Unesco “patrimonio cultural de la humanidad”. Son muy diferentes las
opiniones acerca del significado de la palabra flamenco: para unos proviene de
la música de los “fellah min gueir”, término árabe para designar
a los campesinos moriscos sin tierra, integrados en las comunidades gitanas, ya
que ambas sociedades eran consideradas minorías étnicas, situadas al margen de
la cultura dominante. Otros estudiosos hablan de que el origen de la palabra
flamenco está en la expresión utilizada en el norte de Marruecos,
“fellah-mangu” para referirse a los cantos de los campesinos. Para otros, sería
una palabra de germanía, de argot popular, para referirse al carácter fogoso e
inflamado de los gitanos. En cualquier caso, queda claro que el flamenco es la
manifestación de una cultura popular que nace y pervive en las sociedades
agrarias más pobres de Andalucía, jornaleros y braceros que no son dueños de la
tierra que trabajan, y gitanos caldereros que golpean el hierro contra el
yunque en la fragua, hombres y mujeres que necesitan desahogar el dolor de
estar vivos, o expresar con su cante y su baile las pequeñas alegrías que
reciben. Y así, el flamenco permanecerá recluido en el campo, en los talleres,
para ser transmitido más tarde de uno a otro barrio, como patrimonio artístico
de una pequeña comunidad de andaluces, hasta llegar a las ciudades con la
creación, en 1842, de los primeros cafés cantantes, donde surgirán los
cantaores y músicos profesionales, y donde tendrá lugar la transformación
musical que harán los gitanos de los cantos populares del folclore andaluz
(seguidillas, sevillanas, fandangos, verdiales y trovos). El flamenco estiliza
la tonada popular hacia lo culto, sin perder nunca su sabor popular. En 1881 el
cantaor Silverio Franconetti abre el primero café cantante flamenco donde
los cantaores y músicos no gitanos van a aprender cantes nuevos gitanos, y
estos reinterpretarán, a su manera, los cantes del folclore andaluz. Se dará,
pues, una convivencia de estilos diferentes así como una ampliación fructífera
del repertorio de cantes y de toques de la guitarra.
También en 1881 se imprime en
Sevilla el primer estudio sobre este nuevo arte: “Colección de cantes
flamencos”, de Antonio Machado y Álvarez, padre de los poetas Antonio y Manuel
Machado. En 1922 el músico gaditano Manuel de Falla y el poeta Federico García
Lorca convocan un concurso de cante jondo en Granada, certamen donde solo
podían participar cantaores aficionados, para velar por la pureza del cante y del
toque. Don Antonio Chacón cantaor relevante en estos años presidió un jurado
que eligió como ganadores a “El Tenazas” de Morón de la Frontera, y a Manuel
Ortega, niño sevillano de 8 años que conoceremos luego como Manolo Caracol.
La generación del 27 va a
suponer el reconocimiento, en toda España, del flamenco por intelectuales y
estudiosos de este arte, y en 1958 se fundará en Jerez la primera Cátedra de
Flamencología. A partir de aquí, escritores tan reconocidos como Manuel Ríos
Ruíz y José Manuel Caballero Bonald dedicarán su esfuerzo literario al mejor
conocimiento y divulgación del flamenco. (resumen de la conferencia "El
Flamenco, de la mano de Pepe Alconchel" )
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