jueves, 7 de agosto de 2014

BUENOS DÍAS DESDE ARCOS DE LA FRONTERA

Es evidente que para ser más feliz hay que sufrir menos. ¿Y cuál es la causa principal del sufrimiento? Es el apego a las personas y a las cosas.
En la medida que hagas depender tu vida de las cosas que poseas, más sufrirás. Entre otras razones porque pasarás toda tu vida gastando energía para tener más dinero que te permita tener más cosas, luego gastar dinero en mantener las cosas, en renovar las cosas, en cuidar las cosas y en proteger las cosas.
No podrás salir tranquilo por temor a perder las cosas, pondrás cerraduras y barrotes en tu casa de tal modo que parecerá una cárcel contigo y las cosas adentro.
El problema es que realmente las cosas no dan seguridad y felicidad por sí. Entonces siempre estarás insatisfecho por más cosas que tengas. Te dirás: –cuando me retire me dedicaré a disfrutar de las cosas. Pero cuando te retires estarás tan enfermo por la energía gastada y tan temeroso que ya será demasiado tarde para gozarlas. Tus herederos estarán además pendientes que te mueras para repartirse las cosas.
Las cosas no son eternas. Se envejecen, se pierden, se incendian, se las roban.
Generalmente esta actitud va unida a pensar que las personas también son cosas, que se puede esperar algo de ellas y que se pueden poseer. Aquí se sufre más todavía, pues las personas no harán siempre lo que se espera de ellas. Son más impredecibles que las cosas.
Está bien tener cosas. Y tenemos que tener amigos para ser felices. El error está en depender de su posesión para sentirse seguros.


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