LLENADO EL CÁNTARO
Cuentan
que una vez un hombre envió a su joven hijo a llenar un cántaro al río, y le
dijo que volviera lo antes posible. El joven obedeció y fue hacia el río
mientras su padre le observaba de lejos.
Entonces
este vio a su hijo poniendo el cántaro debajo de una cascada, y la fuerza del
agua fue tal y la cantidad tan grande que el líquido no logró entrar al
recipiente pues su cuello era demasiado delgado. Cuando el hijo llegó con el
cántaro, le mostró como el cuello del mismo había sido roto por el fuerte y
constante golpear del agua. Además, este hecho provocó que el agua llegará
turbia y sucia. El padre preguntó entonces:
- ” Por
qué simplemente no sumergiste el cántaro en el río? No veías que el agua de la
cascada era demasiada para el cuello del cántaro?”. El hijo contesto:
“Sí,
pero es que quería llenarlo lo mas rápido posible”.
Muchas
veces en nuestras vidas tratamos de ” llenarnos” a nuestro tiempo en un mundo
acelerado y convulsionado. Dios conoce nuestra capacidad, y sabe que si hacemos
las cosas como nosotros queremos podemos hacernos daño pues no estamos
capacitados para hacerlo en ese momento, por eso logramos las cosas a medias y
el agua que conseguimos no es pura ni cristalina, sino turbia.
Queremos
tener todo ” ya” y en el proceso muchas veces nos lastimamos por no dejar que
Dios nos sumerja poco a poco en la corriente calmada del río.
Sabes?
Dios conoce tu capacidad, no quieras hacer las cosas en tu momento
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