Lo que doy con mayor dificultad debo darlo primero el perdón.
El “perdón”, asi, ¡tal como suena!
Debo perdonar, volver siempre a perdonar.
Si dejo de perdonar empiezo enseguida a levantar un muro. Y un muro es el
principio de una cárcel.
En la vida tengo necesidad de hacer, sobre todo dos cosas: “comprender” y
“olvidar”.
Conozco a mucha gente y conozco los secretos de muchos.
Estoy cada vez más persuadido de que no existen dos hombres idénticos. Cada
hombre es un mundo aparte; vive, piensa, siente y reacciona a partir de su
mundo, cuyo centro profundo me resulta siempre extraño.
Por eso entre los hombres se crean, casi necesariamente, roturas, fricciones e
incomprensiones.
Solamente si comprendo que el otro es “otro”, y si estoy dispuesto a perdonar
será posible “vivir juntos”.
De otra suerte la vida se convertirá en un recíproco asedio y viviré día tras
día en guerra, caliente o fría.
Hay ocasiones excelentes, excepcionales, para desterrar los litigios.
Dado el primer paso, el más difícil, el resto será una “fiesta”. ¡El perdón! ¡El
regalo más hermoso!
El primer paso para liberarte del pasado es perdonar. Perdona y olvida, para
que te des la oportunidad de ser feliz.
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