Encontró un pastor un joven lobo y se lo llevó. En seguida le enseñó como robar ovejas de los rebaños vecinos. Y el lobo, ya crecido y demostrándose como un excelente alumno, dijo al pastor:
-Puesto que me has enseñado muy bien a robar, pon buena atención en tu vigilancia, o perderás parte de tu rebaño también.
Quien enseña a hacer el mal, tiene que cuidarse de sus propios discípulos.
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