Hace tiempo leí en un libro un
proverbio hindú que, en cierta forma, me resume en parte:
“Cuando hables procura que tus
palabras sean mejores que el silencio”.
Y es que, yo, siempre he considerado
al silencio como un arma eficaz para evitar molestias.
Sobre todo cuando evitas decir esas cosas que no quieres recordar… o que te
recuerden; o cuando callas aquello que quieres olvidar y lo das al olvido.
(Que siempre hay cosas de las que sientes que “es mejor no hablar”).
Además nunca me he dado tanta importancia como para sentir la tentación de
contar a otros historias de mí vida;(como ya he explicado, a veces, me
cuesta trabajo hablar sobre determinados temas y “yo” soy uno de esos temas).
Pero, no creas, no viene mal ir sacando historias del pecho.
Aunque no es bueno ir contando siempre cosas tristes… se te encoge el corazón.
Tampoco es bueno estar leyendo siempre cosas tristes, que no todo tiene por qué
sucederle a uno para que le entre… muy adentro, para que también empiece a
encogerle.
Por eso, y a modo de disculpa, por sacudir al corazón de su tristeza, trataré
de compartir también ratos felices. Porque para qué recordar, sólo, momentos
tristes si también los he tenido más alegres.
¡De vez en cuando mirar al mundo
desde otra perspectiva puede ser estimulante!.
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