Tu capacidad de juzgar puede resultarte sumamente
útil. También puede causarte un montón de inútiles problemas, ansiedad y dolor.
Deja de juzgar aquellas cosas que realmente poco importan. Y podrás enfocarte
en las cosas que sí. Imagina un mundo en el cual no existiese nada que pudiera
irritarte. Si abandonases esa constante necesidad de juzgar, esas molestias
desaparecerían rápidamente. Muchas veces el juzgar puede ser reemplazado por el
comprender. Y haciendo el sincero intento de comprender a los demás, tú mismo
serás mucho mejor comprendido. Obviamente en ciertas ocasiones un juicio es
necesario y ubicado. Y en esas ocasiones, ese juicio sería mucho más poderoso y
efectivo si no hubieses juzgado cosas intrascendentes. Usa tu juicio
sabiamente. Y con la misma sabiduría, dale un descanso.
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