jueves, 9 de mayo de 2013

BUENOS DÍAS DESDE ARCOS DE LA FRONTERA


Cuando era un muchacho en Santa Cruz, California, solía ayudar a mi abuelo en los campos aledaños a su hogar. Esta no era su tierra pero no era extraño en aquellos días canjear con los vecinos el trabajarla para ellos para cultivar los vegetales que le encantaban. Entonces los compartía con los vecinos a manera de pago.
Él cultivaba maíz, frijoles, guisantes, calabacines, pepinos y ajos. Y nadie podía cultivar dalias más grandes que mi abuelo.
Mientras laboraba a su lado, le encantaba contar la historia de un hombre llamado Giuseppe (Joe) y su esposa que se mudaron a una nueva granja con sus tres hijos. Se estaban asentando en la nueva comunidad cuando un granjero vecino le dijo a Joe que había oro en el polvo de su nueva propiedad.
Joe interpretó esa declaración como que había oro de verdad en la tierra. Pensó para sí: "Tengo tres hijos saludables; les pondré al tanto".
Efectivamente, les dijo a sus hijos que había oro a ser hallado en su nueva propiedad. Es innecesario decir que sus hijos se hicieron cargo de su empresa personal justo en su propia tierra.
Tenían sueños de qué harían cuando hallasen oro. Cada uno tenía una visión distinta. Y aunque eran bastante jóvenes, tomaron un enfoque muy profesional en la excavación por el oro.
Comenzaron en una esquina con un cierto ancho y continuaron hasta llegar al final. Una vez que llegaron al límite de la propiedad, comenzaban otra franja en la otra dirección. ¡Se dieron cuenta que buscar oro era divertido! Este procedimiento siguió por unos seis meses y todavía no habían recorrido toda la propiedad.
Mientras tanto Joe pensó en sembrar algunos cultivos en el área en la que la tierra había sido volteada a fondo. Sembró maíz, tomates, patatas y cebollas. Sus hijos continuaron excavando a través del terreno, decididos a hallar oro. Entre más tierra estuvo disponible, Joe sembró más cultivos.
Un punto interesante aquí es que Joe nunca había sembrado antes pero siempre había soñado con hacerlo.
Cuando cada cultivo distinto estuvo listo para ser cosechado, Joe se dio cuenta de que había mucho más de lo que él y su familia jamás podrían comer. Uno de los vecinos de Joe sugirió que pusiese un puesto de vegetales. Joe y su esposa lo hicieron. Lo llamaron "Vegetales de Joe y Familia".
Joe tuvo aún que dejar algunos cultivos en la tierra porque tenía más que suficiente para llenar la demanda del puesto de vegetales.
¿Qué estaban haciendo los hijos de Joe mientras tanto?
Todavía seguían trabajando la tierra aún después de haber terminado la parcela completa. Comenzaron de nuevo, en la esquina original, trabajando en el material sembrado sobrante mientras se mantenían en su búsqueda del oro.
Este proceso continuó por años y Joe y su esposa se hicieron bastante ricos en consecuencia a su pequeño puesto de vegetales. Hasta pudieron enviar a sus hijos a la universidad sencillamente porque querían hallar oro.
¿Recuerdan cuando al comienzo de la historia el vecino le había dicho a Joe que había oro en su tierra? Buena, la verdad es que la comprensión de Joe del idioma inglés era menos que perfecta. Su nuevo vecino y amigo en realidad le dijo que su tierra tenía un suelo rico. Así que pueden ver de dónde se originó el concepto del oro.
¿Se hicieron esclavos de la excavación lo hijos de Joe? No, fueron inspirados porque tuvieron visiones de lo que el dinero podría hacer por ellos y no se enfocaron en el dinero en sí.
¿Habrá una manera de llevar esta historia a un nivel superior? Sí, [Dios] nos provee la oportunidad y algunas veces cuelga la zanahoria frente a nosotros para inspirarnos. En esencia, los hijos de Joe fueron inspirados con la posibilidad de hallar oro en la tierra.
Algunos de ustedes, estoy seguro, de que sacarán sus propias lecciones, pero aquí hay una a considerar. Vayamos y asumamos que hay oro en todos nuestros desafíos y reveses para que podamos ser inspirados a motivarnos a nosotros mismos a permitir [a Dios] proveer todo lo que necesitamos y algo más. Dios nunca nos hará a un lado mientras que nosotros no nos rindamos.
Tony Masiello, copyright 2006 (editado por el Capellán)

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