Para relacionarse bien con los demás,
necesitamos aprender a negociar.
Negociar no está restringido a los negocios, al dinero. Es más que eso: es
hacer que mis sentimientos y los de los demás se compaginen, creando armonía.
Cuando nos relacionamos con otra persona, debemos aprender qué renunciar y qué
mantener, qué debemos insistir y qué desistir. La base de esta negociación es
el deseo puro de alcanzar la armonía completa, sin fallas.
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