Este dicho tiene su origen en los interminables
debates que mantenían los griegos del Bajo Imperio sobre el sexo de los
ángeles. La cosa no hubiese trascendido, de no ser porque el debate se produjo
en un momento políticamente delicado. Así es, los turcos estaban a punto de
conquistar Constantinopla y los eruditos de Bizancio, en lugar de dar prioridad
a pensar en cómo defenderse de los enemigos, perdían el tiempo en discusiones
angelicales. Es por ello por lo que la expresión discusión bizantina se utiliza
hoy para ridiculizar las discusiones intrascendentales y ociosas de las
personas que no tienen en cuenta los problemas reales y acuciantes
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