Antiguamente
fue un tema muy debatido el de la existencia o no de dos clases de música: la
instrumental, que todos conocemos y escuchamos, y la celestial o música de las
esferas, inaudible para los sentidos. Ésta última venía determinada por la
velocidad y la distancia de los astros. Se llegó a afirmar que las 7 notas de
la escala musical se correspondían con 7 planetas del sistema solar, y que la
docena de consonancias o series de acordes tenían su equivalente en los 12
signos del zodíaco. Poco a poco, las hipótesis que defendían
la existencia de una música celestial se fueron al traste, si bien la
expresión, como tal, vino a perpetuarse para desdeñar por vanas aquellas
promesas que se hacen envueltas en palabras sonoras y engañosas.
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