Bajo un sol abrazador, dos africanos descendían por el río Zambeze y remaban con pagaya en su angosta piragua.
Oculto bajo las tranquilas aguas, el cocodrilo, terror del río, aguardaba su presa. De repente, la embarcación fue fuertemente sacudida y un cocodrilo hundió sus puntiagudos dientes en uno de los remos. Desequilibrados, los dos remeros cayeron en las profundas aguas.
Al ver la muerte ante sí, se debatían con vigor. Uno de ellos se acordó de la advertencia de los ancianos de su aldea: «Si caes en un río infestado de cocodrilos, nada debajo del agua contra corriente, río arriba, porque el cocodrilo, en busca de su presa, siempre se deja llevar por la corriente». Finalmente, después de muchos esfuerzos, este hombre alcanzó la orilla sano y salvo.
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