martes, 17 de julio de 2012

NUEVO DÍA

Que cuando tropiezas, ahí mismo está tu tesoro.


Si podemos aprender de nuestros errores, la vida toma una intensidad prodigiosa.
El fracaso no impide el éxito, solamente lo difiere. Importa sí, la voluntad de superarlo con más conciencia de las dificultades, y también de los recursos disponibles.



Que más allá del mundo de enfrentamientos y opuestos existe unidad en todo. La separación visible es secundaria, superficial. La verdadera realidad, es la presencia de Dios en nuestras vidas.



Que si amas lo espiritual no puedes despreciar lo terreno. Mas donde uno esconde su riqueza, allí mismo guarda su corazón. No plantes las raíces del árbol de la felicidad en la arena. Estás en el mundo, pero tu esencia no es el mundo, sino el Señor que te ama.



Que si copias el camino de otro no podrás realizar tu propio potencial. Cada uno es maravillosamente distinto. Ni una impresión dactilar se repite. No hay dos tréboles exactamente iguales. Por lo tanto todos debemos expresar nuestro estilo particular de ser. Hay belleza en eso, en cambio, ninguna gracia existe en ser serio en serie. Nada hay más saludable que reírse con nosotros.



Que nada es excitante si sabes cuál será el resultado.
Es muy importante el asombro, la capacidad de descubrir, de mirar la realidad con los ojos de un niño ante un regalo todavía envuelto. Dios nos obsequia diariamente sorpresas maravillosas, nos falta, muchas veces, la habilidad de maravillarnos, de jugar a las escondidas con la vida. Nunca, jamás, existió antes este momento; navega el ahora que Jesús te ayudará a llegar a buen puerto.
Que nada es seguro si se obedece al llamado de la aventura. El barco en el puerto está resguardado, pero no navega. Por eso a los fondeaderos, el lugar donde se protegen a las embarcaciones, se los llama “muertos”.
Que negarse al dolor y a la realidad de la vida es renunciar a ella. Con el nacimiento comenzamos a morir. Todo objeto tiene su sombra. El pimpollo abre su belleza aterciopelada para que la rosa sea, y en cada movimiento hacia su plenitud, declina gradualmente, por fatalismo vegetal, su belleza inicial.
La percepción ordinaria de la rutina fragmenta los hechos. No puede captar la totalidad de la danza maravillosa de la vida, la forma extraordinaria que utiliza la vida para orquestar, en una sinfonía imponente, a todos los instrumentos de expresión musical, aparentemente aislados, que componen su unidad.
Que no podemos curar al mundo de penas, pero sí vivir en alegría. Cuando queremos arreglar los problemas del universo que Dios nos ha regalado, estamos descortezando el árbol que no corresponde. A lo sumo podríamos animarnos a enderezar nuestras existencias.
El sentido de la vida es el que uno le da, y que mejor si es hacia el Señor.
que si la semilla muere no hay planta. Todo cambio implica una poda, una ruptura, un nacimiento y una despedida. Es decir, la oportunidad brota del núcleo de la crisis. Hay que refundarse para no refundirse.
Que hay instantes… días… encuentros… vínculos maravillosos como una perla. Saber encontrar lo que vale es el secreto del arte de navegar por la vida, hay que aprender a zambullirse a las profundidades porque no flotan.


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