La igualdad es una ficción
No creo que haya una cosa más lejos de la realidad que la igualdad, por más que se afanen determinadas ideologías en querernos hacer creer que existe en algunos parámetros entre los muchos en que se desenvuelve el ser más inteligente que de momento gobierna la tierra que pisamos. Y se lo digo sin acritud y con total convencimiento, ya que si entre los elementos del mundo macroscópico no hay dos que sean iguales, en los microscópicos, pese a ser más numeroso, siguen la misma secuencia, pues ni siquiera dos granos de arena, comparados ultra-microscópicamente, resultarían tener idénticos perfiles y disposición en las diminutas aristas que configuran su estructura así como de su masa. Luego entonces el concepto de igualdad es usado de manera inadecuada para designar aquello que tiene sólo una cierta similitud o parecido en su configuración o estructura con otro semejante, sin que real y verdaderamente sean ambos exactamente iguales.
Idealizando el concepto igualdad se conviene que dos y dos son cuatro matemáticamente; sin embargo, cada uno de los dos grupos de a dos no lo es comparado con el otro, cualesquiera que sean los elementos materiales que los constituyan y el estado físico: sólido, líquido o gaseoso, como ha quedado reseñado con los dos granos de arena. Cada ente es diferente y se halla en constante evolución de una manera ininterrumpida y, en consecuencia, se podría establecer que de la misma manera que en los estadio de la medición del tiempo sólo hay pasado y futuro y no existe el presente, porque mientras se pronuncian sus tres sílabas se nos ha convertido en pasado, tampoco existe la igualdad de dos cosas, sino sólo el parecido, la semejanza o similitud.
Arcos de la Frontera (Cádiz), 26 de junio de 2012
Salvador Hueso Sañudo
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