El fugaz presente
Aunque cueste creerlo nada hay más inmediato al pasado y al futuro que el presente, ya que éste se halla entre ambos parámetros de tiempo de manera inherente desde que se tiene conciencia del factor cronológico en nuestro planeta la Tierra.
Si se reflexiona se llega a la conclusión que el tiempo presente no existe, pues mientras se pronuncian sus tres sílabas se convierte en pasado, si bien al futuro inmediato, hasta pasado un tiempo prudencial sin determinar, se le considere feudo de lo presente.
Pensar en presente carece de sentido, porque se trata de un ente que viaja a una velocidad inconmensurable para la que no existe medidor de tiempo capaz de registrarla, y en consecuencia es como si aquél no existiera.
El pasado sí es un concepto estable, afianzado y al socaire de la historia y de las crónicas, aunque la nobleza del pergamino y el papel permitan plasmarlo con facetas y acontecimientos que distorsionen lo real y verdadero en un afán de realce y protagonismo. El tiempo pasado es un referente, un cristal diáfano en el que, a través de él, consultar por sus huellas lo que pudo suceder.
El futuro es la promesa, la esperanza, la ilusión de algo bueno que en un tiempo inmediato puede deparar la vida y que hace sentir un hálito idealizado de felicidad.
En cuanto al presente, o futuro inmediato, es el que se ha de vivir de manera intensa con el apoyo del pasado para no tropezar en la misma piedra.
Arcos de la Frontera (Cádiz), 19 de marzote 2012
Salvador Hueso Sañudo
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