Tomar las de Villadiego
Cuando alguien se ausenta de forma precipitada, generalmente para huir de algún contratiempo o peligro, o abandona su hogar para no sufrir un daño, se dice que esa persona ha tomado las de Villadiego. Nadie sabe con seguridad cúal es el origen de esta popular expresión, pero hipótesis no faltan. Algunos suponen que las de Villadiego alude a las alpargatas que se fabricaban en el pueblo burgalés de Villadiego. Para otros, se refiere a las alforjas que se confeccionaban en esa villa. Y los hay que aseguran que el dicho no tiene nada que ver con alpargatas ni alforjas, sino con calzas, o sea, lo que hoy conocemos como calzones. De hecho, también se dice tomar las calzas de Villadiego. Tal expresión puede leerse por primera vez en la célebre comedia del siglo XV La Celestina, cuando Sempronio dice a Pármeno: "Apercíbete a la primera voz que oyeras a tomar calzas de Villadiego". Y este segundo contesta: "Calzas traigo, y aun borceguíes de esos ligeros que tú dices para mejor huir que otro". Cervantes, en los versos preliminares de El Quijote, da por supuesto que la alocución alude a las calzas y lo relaciona con poner pies en polvorosa. Hay expertos que aseguran que el origen del modismo está en la encomienda-privilegio que el rey Fernando III, el Santo, concedió a los judíos de Villadiego, prohibiendo que los prendiesen, proporcionándoles un lugar seguro y obligándoles a llevar un distintivo para que se reconociesen a simple vista. El distintivo eran las calças típicas del lugar de Villadiego. Así, cuando arreciaron las persecuciones contra los hebreos de Burgos y Toledo, éstos huían abandonando las ropas castellanas y se vestían las calzas de Villadiego. De este modo, eran protegidos por los procuradores del monarca hasta llegar a su nueva tierra en calidad de colonos y pecheros de Fernando III.
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