Cuando alguien se destapa
Destapar, en sentido real o figurado, es quitar la tapa o cobertura a algo que se oculta a la vista o que cubre a cualquier elemento, si bien cuando se emplea en referencia a una persona tiene otras connotaciones bien distintas, por lo común referidas a inclinaciones afectivas, ideológicas, sectarias…, que se hallan enmarañadas y no trascienden.
El ser humano, quizás por su instinto de protección, no suele ser diáfano y transparente, sino que sus actuaciones se debaten en el seno de al menos una dualidad de trayectorias de comportamientos que, por lo común, adoptan diferente proyección, pública y conocida una y oculta o reservada la otra. Pero entre ambas trayectorias se desparrama un haz poco nítido, mezcolanza o simbiosis, que intenta preservarlo de los demás, pero que al final el haz se desmadra y escapa del control de manera ostensible y pertinaz, y será a partir de entonces cuando haya de reconocer que se debate en dos mundos diferentes.
El instinto sexual ejerce una fuerte influencia no sólo en el hombre sino en los animales, y el luchar contra él es luchar contra natura. El género humano puede pretender disimular ciertos atractivos sexuales mediante pautas conductuales, pero el problema existe y subyace hasta que llega el momento que eclosiona y se desborda arrasando todo aquello que hasta entonces se había respetado. Es lo que se conoce como destaparse, descorcharse, que no es otra cosa que la de romper el frágil cuchitril de un mundo idealizado que el sujeto se fragua y que en absoluto se corresponde con los sentimientos que verdaderamente le deleitan y desea.
Arcos de la Frontera (Cádiz), 25 de febrerote 2012
Salvador Hueso Sañudo
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