Es muy curioso como nos está cambiando, a pasos agigantados, esta crisis. Si hasta hace poco habían cosas IMPRESCINDIBLES ahora están dejándolo de ser casi de un día para otro:
- Tener teléfono móvil todos los miembros de casa (hasta niños con diez años) El primer paso fue negociar con las distintas operadoras. Tras esa primera reducción del gasto muchas familias han optado por tener solo un teléfono y compartirlo cuando alguien sale u optar por los que van con tarjeta. Así sabes seguro que va a gastar cada miembro.
- Internet con todos los megas posibles. Ahora se va a la biblioteca o a los locutorios. Además te ahorras pagar la obligatoria línea del teléfono fijo.
- Ir al gimnasio. Coger la bicicleta, pasear o correr por el parque ha sido la opción más práctica y barata.
- Salir a cenar. Ahora se cena en casa el fin de semana con la familia y los amigos (cada uno aporta algo)
- Ahorro en agua y luz. Ducharse en lugar de bañarse y pagar las luces no necesarias empieza a ser un hábito obligatorio.
- Viajar al otro lado del mundo. El intercambio de casas, ir a casa de amigos y familiares, y el turismo nacional suelen ser algunas de las soluciones.
- Tener varios coches, moto y correr mucho parecía casi cosa de un buen status social. Por supuesto era imprescindible ir en coche aunque fuera a la esquina comprar el pan. Conducir de forma moderada y solo cuando es imprescindible es un modo genial de ahorrar combustible. Solo se tienen los vehículos necesarios ya que además hay que pagar seguros e impuestos de cada uno.
- "Yo solo estreno cosas" ha dejado paso a "intento comprar en las rebajas o ya no me importa comprar cosas de segunda mano o entre amigos o familiares intercambiamos ropa o cosas que nos hacen falta".
- Comprar comida "sin fundamento". Los carritos del supermercado siempre estaban llenos de snakcs, bollitos y dos mil caprichitos. Ahora la gente va con la lista de la compra y se atañe a lo que necesita.
- Malos hábitos como el alcohol o fumar mucho también se han visto afectados.
- Y así muchísimas cosas más sin las que la vida era impensable y a los que no estábamos dispuestos a renunciar. por nada del mundo.
En cambio, a pesar de la crisis SI podemos "permitirnos el lujo" de pasar un buen rato con los amigos y familia, pasear por el campo o el parque, disfrutar del sol, reír, disfrutar de comidas sencillas y saludables, leer un buen libro (de la biblioteca o de un amigo), escuchar música, cantar, bailar, hacer ejercicio, jugar con nuestros hijos o con los amigos.. y muchísimas cosas más.
La verdad es que la felicidad, como vemos en los países más pobres, es una actitud de disfrutar y valorar cosa y no de poseer bienes materiales.
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