NUEVO DÍA

 

Se cuenta que había una vez un escritor que vivía en una tranquila playa, cerca de un pueblo de pescadores. Todas las mañanas andaba por la orilla del mar para inspirarse, y por las tardes, se quedaba en casa escribiendo.

Un día caminando por la playa, vio a un joven que se dedicaba a recoger las estrellas de mar que había en la arena y, una por una, las iba devolviendo al mar.

-¿Por qué haces esto? -preguntó el escritor.
-¿No se da cuenta? -dijo el joven-. La mar está baja y el sol brilla. Las estrellas se secarán y morirán si las dejo en la arena.
-Joven
, hay miles de kilómetros de costa en este mundo, y centenares de miles de estrellas de mar repartidas por las playas. ¿Piensas acaso que vas a conseguir algo? Tú sólo retornas unas cuantas estrellas al océano. Sea como sea, la mayoría morirán.

El joven recogió otra estrella de la arena, la lanzó de retorno al mar, miró al escritor y le dijo:

-Por lo menos, habrá valido la pena para ESTA estrella.

Aquella noche el escritor no durmió ni consiguió escribir nada. A primera hora de la mañana se dirigió a la playa, se reunió con el joven y los dos juntos continuaron devolviendo estrellas de mar al océano.


 

NUEVO DÍA

 

BÚSCATE UN AMIGO…

No es preciso que sea un hombre perfecto; basta que sea profundamente humano, que tenga sentimientos y un gran corazón.

Que sepa compartir dolores y alegrías, hablar y saber callar, sobre todo, saber escuchar, gustar de la poesía, de la madrugada, de la música, del sol y de la luna, sentir un gran amor por alguien o sentir falta de no tener ese amor, saber guardar un secreto.

No es preciso ser de primera mano, ni es imprescindible ser de segunda.

Tiene que sentir los días tristes y respetarlos. Saber renunciar en favor de alguien.

Tener un ideal, y en caso de no tener, sentir el gran vacío que esto deja.

Tener resonancias humanas, voluntad de integrarse al mundo y en caso de no ser realizado proponerse como principal objetivo, ser amigo.

Debe sentir pena de las personas tristes y comprender el inmenso vacío de los solitarios.

Sentir pena de los que tuvieron y perdieron cosas queridas.

Gustar de la sencillez de los niños. Ser Quijote sin menospreciar a Sancho.

Búscate un amigo para pasear, disfrutar de la naturaleza, deleitarse con la música, leer; sentirse un ser humano.

Búscate un amigo que se entristezca con la separación, que quede conmovido y con todo el corazón desee nuestra vuelta pronto, que se conmueva cuando sea llamado amigo.

Búscate un amigo para no enloquecer, para poder contarle lo que se vio de bello y de triste durante el día, de los sustos, de las tristezas y de las alegrías.

Un amigo que sepa conversar de cosas simples, del rocío, de la lluvia, el sol, las estrellas y de los recuerdos de la infancia, a quien se diga que tal cosa es así, a quien se pueda decir cosas íntimas y hacer preguntas íntimas.

Búscate un amigo que no tenga miedo de decirte un defecto y cuando lo haga, sepa como hacerlo.

Búscate un amigo para vivir el pasado en busca de recuerdos, que sepa darse a quien merezca, que nos golpee un hombro, sonriendo o llorando, mas, que nos llame amigo.

Búscate un amigo que nos diga que vale la pena vivir, no porque la vida sea bella, sino porque ya se tiene un amigo y para no hacerlo sufrir.

Búscate un amigo que crea en nosotros, que no sea irónico, que nos sepa defender, de corazón libre y con toda franqueza, cuando somos atacados.

Búscate un amigo, para tener la conciencia que todavía vive.