viernes, 24 de abril de 2020
NUEVO DÍA
En una cena de camaradería en el Club CILSA de la ciudad de Santa
Fe, que aglutina especialmente a amigos y familiares de niños con capacidades
especiales, el padre de uno de estos chicos pronunció un discurso que nunca
será olvidado por las personas que lo escucharon.
Después de felicitar y exaltar a la institución y a todos los que
trabajan por y para ella, este padre hizo el siguiente razonamiento:
-Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza,
el orden natural de las cosas alcanza la perfección. Pero mi hijo, no puede
aprender como otros chicos lo hacen. No puede entender las cosas como otros
chicos. ¿Donde está el orden natural de las cosas en mi hijo? La audiencia
quedó impactada por la pregunta. El padre del niño continuó diciendo:
-Yo creo que cuando un niño como Facundo, física y mentalmente
discapacitado viene al mundo, una oportunidad de ver la verdadera naturaleza
humana se presenta, y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan
a ese niño'.
Entonces contó que un día caminaba con su hijo, por la vereda de
un pequeño club de barrio, donde, tras un alambrado, algunos chicos jugaban al
fútbol. Facundo le preguntó a su padre:
-¿Crees que me dejen jugar?
El padre sabía que a la mayoría de los muchachitos nos les gustaría
que alguien como Facundo jugara en su equipo, pero también entendió que si le
permitían jugar a su hijo, le darían un sentido de pertenencia muy necesario y
la confianza de ser aceptado por otros a pesar de sus habilidades especiales.
Ingresaron por una abertura del alambrado, que se notaba en otro
tiempo había poseído una pequeño portón de chapa. Cuando (en el transcurso del
juego) se les acercó al sitio donde estaban parados el chico que tenía la raída
cinta de Capitán de uno de los equipos, el padre le preguntó (sin esperar
mucho) si Facundo, podría jugar... El chico miró alrededor, como buscando
alguien que lo aconsejara y dijo:
-Estamos perdiendo por dos a uno ... Y al partido le quedan unos
quince minutos ... Supongo que puede unirse a nuestro grupo de suplentes y
trataremos de que entre un rato antes del final.
Facundo se desplazó con dificultad hasta 'el banco de suplentes' y
con una amplia sonrisa, se puso una camiseta del equipo, traspirada y
abandonada en el suelo por un jugador reemplazado que, fuera de la cancha, se
encontraba frotándose un tobillo hinchado.
Mientras Facundo se sentaba entre el grupo de los que esperaban su
posibilidad de jugar, su padre lo contemplaba. Los otros chicos notaron algo
muy evidente: la felicidad del padre cuando su hijo era aceptado.
Cuando faltaban cinco minutos para terminar el partido, el equipo
de Facundo logró empatar el encuentro, con un verdadero 'cañonazo' desde la
mitad de la cancha, que sorprendió al encandilado arquero al venir del lado del
sol, pues ya caía con la tarde...
Quedaban algunos instantes cuando ocurrió otro hecho notable: una
mala entrega de un defensor adversario permitió al centrodelantero 'del equipo
de Facundo' hacerse de la pelota en el área y cuando se aprestaba a definir con
muchas posibilidades, el defensor, ofuscado por su desafortunada jugada
anterior, lo 'barrió' desde atrás; el árbitro pitó sin titubear:
-¡penal! ¡Penal sobre la hora...!
En medio de los acalorados festejos del equipo, por la
incomparable oportunidad de ganar y '¡sobre la hora!' al tradicional oponente,
se vio que el centro delantero, encargado principal de patear los penales,
apenas podía ponerse en pie por el fuerte golpe recibido.
Fue allí que el muchachito con la cinta de Capitán convocó al
grupo de jugadores que deliberaba sobre quién patearía la pena máxima y les
indicó a todos, a voz en cuello y señalándolo a Facundo:
-¡Tenemos entre los suplentes al mejor pateador de penales del
equipo! ¡Nos queda un cambio! Y dirigiéndose al árbitro le indicó:
-¡Yo salgo!. ¡Y él entra a patear el penal!
El referí autorizaba el relevo de los jugadores, en medio de la
sorpresa del resto del equipo, mientras el Capitán se dirigía hacia Facundo,
sentado aturdido en el borde del campo. Llegó a su lado, le dio la mano y ...
de un tirón lo puso de pie, le dio un ligero abrazo y cuando se alejaba
despreocupado, giró y le gritó:
-¡Suerte!...
Facundo, obviamente extasiado sólo por estar en el juego y en el
campo sonreía de oreja a oreja. Su padre lo animaba desde un poco más lejos
mientras en su cabeza un torbellino de preguntas se sucedían sin control: 'con
esta oportunidad, ¿le dejaban patear y renunciar a la posibilidad de ganar el
partido?'
Sorprendentemente, Facundo ingresó a la cancha. Sus dificultosos
pasitos y su desmañada figura, indicaron a todos los jugadores del campo que un
certero disparo por parte de Facundo era imposible. Así hubiera sido un teórico
experto en fútbol, todos se dieron cuenta de que no podría, quizás, hacer
llegar la pelota al arco.
Sin embargo, mientras se paraba delante de la pelota ubicada en el
círculo, a doce pasos del arquero oponente, el padre de Facundo tuvo la fuerte
sensación de que quizás... el otro equipo... estuviera dispuesto ... a perder
... ¡para permitirle a su hijo tener un gran momento en su vida!
Facundo se movió unos pasos al frente y golpeó la pelota muy
suavemente. El arquero, que supo obviamente la dirección que llevaba el balón,
se arrojó hacia ese costado..., ¡pero como para 'sacarla' desde el ángulo
superior del arco! ... mientras la pelota ingresaba apenas rodando bajo su
cuerpo... ¡y trasponía la línea del gol!
El árbitro convalidó el tanto y pitó dando por terminado el
partido ... Facundo, con sus brazos en alto, rebosando felicidad, giró la
cabeza mirando a su padre... mientras (cosa extraña) los jugadores de ambos
equipos lo vitoreaban y abrazaban como el héroe, que convirtió el gol que dio a
su país el campeonato de fútbol ...
'Ese día', dijo el padre, 'los chicos de los dos equipos ayudaron,
dándole a este mundo un trozo de verdadero, cálido y prístino, amor humano'. El
amor y la grandeza también forma parte del "orden natural de las
cosas".
Facundo no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno ... sin
olvidar nunca haber sido el héroe ... y haber hecho a su padre muy feliz ...
al haber llegado ese día a casa y ver a su madre llorando de
felicidad y ¡abrazando al héroe del día...!
PEQUEÑA NOTA PARA ESTE MENSAJE: Mandamos cientos de bromas por
correo electrónico, sin pensarlo dos veces. Pero cuando nos llega un mensaje
como éste, sobre las opciones de la vida, la gente duda ... Tal vez estés
considerando reenviar éste ... pero pensas que tus contactos no son los
'apropiados' para este tipo de mensajes. Quien te lo envía, supone que juntos
pueden hacer la diferencia ... Nosotros tenemos miles de oportunidades cada día
para ayudar a que se realice 'el orden natural de las cosas .... ' ¿Y las
aprovechamos ...? Un sabio dijo una vez que: 'Toda sociedad será juzgada por
como trata a los menos afortunados...' ¡¡¡Suerte!!!!
CUENTO DE SUPERACIÓN ... El paisajista
“Érase una vez un pintor de gran talento que fue enviado por el emperador de China a una provincia lejana y recién conquistada, con la misión de traer a su vuelta imágenes pintadas. Tras un largo viaje en el que visitó en profundidad todos los territorios de la provincia, el pintor regresó, pero sin embargo no portaba ninguna imagen. Ello generó sorpresa en el emperador, quien terminó enfadándose con el pintor.
En ese momento, el artista solicitó que le dejaran un lienzo de pared. En él, el pintor dibujó con gran detalle todo lo que había visto y recorrido en su viaje, tras lo cual el emperador acudió a verlo. Entonces el pintor le explicó cada uno de los rincones del gran paisaje que había dibujado y explorado en sus viajes. Al acabar, el pintor se aproximó a un sendero que había dibujado y que parecía perderse en el espacio. Poco a poco, el pintor se adentró en el sendero, metiéndose en el dibujo y haciéndose cada vez más pequeño hasta desaparecer tras una curva. Y cuando este desapareció, lo hizo todo el paisaje, dejando el muro completamente desnudo.”
Este cuento de origen chino es algo complejo de entender. Para ello debemos ponernos en la posición del pintor y lo que hace a lo largo de la historia: por un lado observa la realidad, pero por el otro, y como se ve al final cuando se une a su obra, forma parte intrínseca de ella. Se trata de una alegoría de que aunque podemos ser observadores de lo que acontece en el mundo queramos o no somos parte de él: si algo ocurre en esa realidad nos afecta a nosotros, ya que somos parte de ella, mientras que lo que nos pase a nosotros no está alejado de la realidad.