Un
Obispo, de la costa oriental de los Estados Unidos, hace muchos años visitó a
una pequeña universidad religiosa del medio oeste.
Se
alojó en casa del presidente de la universidad, que también fungía como
catedrático de física y química. Después de la cena, el obispo dijo que el
milenio no podía estar lejos porque todo sobre la naturaleza había sido
descubierto y todos los inventos habían sido concebidos.
El
joven presidente de la universidad le manifestó cortésmente su desacuerdo y le
dijo que él creía que habría más descubrimientos. Cuando el obispo, enojado,
retó al presidente para que nombrara siquiera uno de tales inventos, el
presidente replicó que estaba seguro de que dentro de cincuenta años los
hombres podrían volar.
"¡Absurdo!"
barboteó el furioso obispo. "Sólo los ángeles fueron creados para
volar".
El
nombre del obispo era Wright, y tenía dos hijos que demostrarían tener una
visión más amplia que la de su padre. Sus nombres eran Orville y Wilbur.
(Inventaron y pusieron en vuelo el primer avión práctico.)
El
padre y sus hijos vivían bajo el mismo cielo, pero no tenían el mismo
horizonte. (William Barker)
Muchas
veces Dios ha puesto en nuestro Corazón una visión que quizá no concuerde con
la de quienes nos rodean, sin embargo no olvidemos que es Él quien la ha puesto
allí.