jueves, 8 de junio de 2017
PLENO EXTRAORDINARIO Y URGENTE Ayer se celebró un pleno extraordinario y urgente con dos puntos en el orden del día. Primer punto: ratificación de la urgencia. Aprobado por unanimidad. Segundo Punto: Resolución Alegaciones a la R.P.T. Aprobado por 9 votos del equipo de gobierno (PSOE), y la abstención de los grupos de la oposición: 8 votos (1 AeC, 3 AiPro, 4 PP).
ENCUENTRO EN BORNOS DE ASOCIACIONES DE MUJERES DE LA PROVINCIA
ENCUENTRO EN BORNOS DE
ASOCIACIONES DE MUJERES DE LA PROVINCIA
En la mañana de hoy
ha tenido lugar en Bornos un encuentro de asociaciones de mujeres de la
provincia a la que han asistido la coordinadora del IAM, Instituto Andaluz de
la Mujer, Josefa Moreno, la primera
Teniente de Alcalde, Noemí Palomares, la presidenta de la Asociación La Voz de
las Mujeres Remedios Núñez, Visi Cruces de la asociación Agedif e Inés Sánchez
presidenta de la Asociación Apafi de Bornos que ha ejercido de anfitriona, junto con otras
asociaciones.
A través de la Asociación La Voz de las Mujeres se han
presentado a las socias que pertenecen a la Federación, el proyecto
“Solidaridad una mirada hacia el futuro”, un proyecto que pretende potenciar el
trabajo en red y que está subvencionado por el IAM.
En la charla se ha
informado de la importancia de estar federadas y cómo utilizar la plataforma de formación y
trabajo en red.
La reunión ha
servido como punto de encuentro para conocerse y poner en común el trabajo de
cada asociación y en este caso también para conocer Bornos ya que se les ha
ofrecido una visita guiada por el municipio, han realizado compras por
diferentes establecimientos y han
almorzado en un restaurante de la
localidad.
NUEVO DÍA
Nunca volveré a ver mis manos de la misma manera!
El abuelo, con noventa y tantos años, sentado débilmente en la banca del
patio. No se movía, solo estaba sentado cabizbajo mirando sus manos. Cuando me
senté a su lado no se dio por enterado y entre más tiempo pasaba, me pregunté
si estaba bien. Finalmente, no queriendo realmente estorbarle sino verificar
que estuviese bien, le pregunté cómo se sentía.
Levantó su cabeza, me miró y sonrió. "Sí, estoy bien, gracias por
preguntar", dijo en una fuerte y clara voz.
"No quise molestarte, abuelo, pero estabas sentado aquí simplemente
mirando tus manos y quise estar seguro de que estuvieses bien", le
expliqué.
"¿Te has mirado jamás tus manos?" preguntó. "Quiero decir,
¿realmente mirarte las manos?"
Lentamente abrí mis manos y me quedé contemplándolas. Las volteé, palmas
hacia arriba y luego hacia abajo. No, creo que realmente nunca las había
observado mientras intentaba averiguar qué quería decirme. El abuelo sonrió y
me contó esta historia:
"Detente y piensa por un momento acerca de tus manos, cómo te han
servido bien a través de los años. Estas manos, aunque arrugadas, secas y
débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar,
agarrar y abrazar la vida.
Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre
me enseñó a plegarlas en oración. Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me
ayudaron a ponerme mis botas. Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas
y dobladas. Se mostraron torpes cuando intenté de sostener a mi recién nacido
hijo. Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado
y que amaba a alguien especial.
Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y esposa y cuando caminé por el
pasillo con mi hija en su boda. Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y
lavado y limpiado el resto de mi cuerpo. Han estado pegajosas y húmedas,
dobladas y quebradas, secas y cortadas. Y hasta el día de hoy, cuando casi nada
más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme,
y se siguen plegando para orar.
Estas manos son la marca de dónde he estado y la rudeza de mi vida. Pero
más importante aún, es que son ellas las que Dios tomará en las Suyas cuando me
lleve a casa. Y con mis manos, Él me levantará para estar a Su lado y allí
utilizaré estas manos para tocar el rostro de Cristo".
Nunca volveré a mirar mis manos de la misma manera. Pero recuerdo que Dios
estiró las Suyas y tomó las de mi abuelo y se lo llevó a casa.
Cuando mis manos están heridas o dolidas, pienso en el abuelo. Sé que él ha
recibido palmaditas y abrazos de las manos de Dios. Yo también quiero tocar el
rostro de Dios y sentir Sus manos en el mío.
Enviado por Ricardo Hinestroza
Raúl Irigoyen