LA POESÍA DE RAMÓN VÁZQUEZ ORELLANA

S O N E T O        A un cuadro de olivar pintado.

En tierras de JAÉN, Andalucía,
cultivado campo de gran cabida
donde el olivo luce larga vida
en plantación extensa la cuantía.

Estar en liño evita la anarquía,
por hileras en distancia sostenida
al ser por suficiente la medida
que se manifiesta entre vía y vía.

Sensacional el que está a la vista,
lo vegetal, constante, destacando
dándole visión al paisajista.

Sus particulares, acumulando,
al agricultor y al economista
visión también dan, de valor sumando.

Córdoba, 17 febrero 2009.


BUENOS DÍAS DESDE ARCOS DE LA FRONTERA A TODO EL MUNDO

Hay una situación que jamás voy a olvidar. Se dice que el ser humano retiene un 80% de lo que ve y solo un 45% de lo que oye. Y doy fe de eso.
Un domingo, estábamos en una iglesia rural ubicada en una zona de cosecha de girasoles y maíz. Antes, durante y luego de cumplir con nuestras tareas ecticas, papá notó que la mayoría de las personas tenían el rostro triste. Luego de preguntar que era lo que pasaba, le dijeron que la cosecha, por segundo año consecutivo, estaba perdida ya que hacía tres meses que no llovía.
Resignados, comenzarían esa semana a vender maquinarias y estructura para solventar los gastos y poder pagar los préstamos bancarios.
Inmediatamente papá pidió que nadie se retirara. Era lógico que cada uno había orado por esa situación en forma individual pero no lo habían hecho como cuerpo de Cristo. Tampoco se había tomado autoridad sobre el clima. Al exponer esto, los rostros comenzaron a cambiar de tristes a incrédulos. ¿Podemos ordenar al cielo que llueva? Por supuesto que si. - fue la respuesta - Yo no me resigno a que los Hijos de Dios sufran mientras un banco se lleva lo poco que les queda.
Inmediatamente pidió que nos tomemos de las manos haciendo un círculo en el centro del templo y empezamos a orar. Expusimos a Dios nuestra causa, le imploramos que llueva y ordenamos a toda huested de maldad que esté afectando la cosecha que se retire. Luego de decir el ¨amén¨, y soltándonos de las manos, una ancianita exclamó ¨...y gracias Dios por la lluvia de esta tarde. Amén.¨.
Nuevamente nos saludamos y nos retiramos hasta la próxima visita.
Había que recorrer 30 kilometros de tierra hasta la ruta principal. En ese recorrido el cielo comenzó a cambiar su fisonomía. Pequeñas nubes comenzaron a cubrir el cielo y a relampaguear.
La cosecha de ese año no sólo les alcanzó para cubrir los gastos, sino que muchos cancelaron las deudas de los anteriores.
Jamás voy a olvidar , mirando por el vidrio trasero, como la lluvia caía , curiosamente, sólo sobre el pueblo y sus campos, como si una mano gigante los estuviera regando en detalle.

Y una vez mas, ¨...gracias Dios por la lluvia de esta tarde!!¨