FABULA DE ESOPO

 La montaña por dar a luz
Una montaña estuvo enormemente agitada una vez.

Ruidos y  gemidos fuertes fueron oídos, y muchedumbres de  personas vinieron de todas partes para ver que era lo que ocurría.

Mientras ellos estaban a la expectativa, pensando que habría una calamidad terrible, lo que de pronto salió fue un ratón.


No siempre mucho ruido indica una gran acción.

NUEVO DÍA

UN MINUTO…

Que los Pies te lleven por el camino más largo hacia la felicidad, porque la felicidad son solo puntos en el mapa de la vida y el verdadero disfrute está en buscarlos.
Que los Ojos reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene. Aunque se detenga seguirá siendo un colibrí, y es conveniente que sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni el cielo con la voz que te nombra.
Que las Manos se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean. Que el Oido sea tan fiel a la hora del reproche, como debe serlo a la hora del halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia.
Que las Rodillas te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo del descanso.
Que la Espalda sea tu mejor soporte y no la carga más pesada.
Que la Boca refleje la sonrisa que hay adentro, para que sea una ventana del alma y no la vidriera de los dientes.
Que los Dientes te sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en desmedro de los otros.
Que la Lengua encuentre las palabras más exactas para expresarte sin que te malinterpreten.
Que las Uñas crezcan con lo suficiente para protegerte, sin necesidad de lastimar a nadie.
Que la Piel te sirva de puente y no de valla.
Que el Pelo le dé abrigo a tus ideas, que siempre adornan más que un peinado. Que los Brazos sean la cuna de los abrazos y no camisa de fuerza para nadie. Que el Corazón toque su música con amor, para que tu vida sea un paso del Universo hacia adelante.

Autor: desconocido 

LA POESÍA DE RAMÓN VÁZQUEZ ORELLANA

S O N E T O             A ARCOS ,en su SEMANA SANTA.


Sigo de ARCOS kilómetros distante
y añorando de él su SEMANA SANTA
cuyo Pregón pasó por mi garganta,
de manera entrañada, delirante.

Muchos años de ser participante,
en la función de espectador de planta
con íntima emoción que se decanta,
me ha dejado en inclinación bastante.

Y en mi memoria encuéntrase cercana
lo que objetivamente es lejanía,
con kilómetros-distancia de aduana.

Con estos elementos de vivencia
pasaré la SEMANA día a día
con del ayer gozando trascendencia.

                 Córdoba, 5 de abril de 2009.
                  Ramón VAZQUEZ ORELLANA.




UNA PARÁBOLA ...


-Qué complicación (exclamó el Abad viendo caminar a un ciempiés) y qué maravilla: lo hace tan bien que parece fácil.
De pronto, le vino a la memoria una historieta que había escuchado no sabía dónde: "El pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto a su madre:
-Para andar, ¿qué pies debo mover primero: los pares o los impares, los de la derecha o los de la izquierda, los de delante o lo de detrás? ¿O los del centro? ¿Y cómo? ¿Y por qué?
-Cuando quieras andar, hijo mío -le respondió la madre- deja de cabilar y... anda".

BUENOS DÍAS DESDE ARCOS DE LA FRONTERA .. FELIZ DOMINGO A TODOS

Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y murió. La otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió del hoyo.
Las otras le preguntaron: "¿No escuchabas lo que te decíamos?" La ranita les explicó que era sorda, y creía que las demás estaban animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del hueco.
La palabra tiene poder de vida y de muerte. Una voz de aliento a alguien que se siente desanimado puede ayudarle a terminar de día, mientras que una palabra negativa puede acabar por destruirlo. Cualquiera puede decir palabras que roben a los demás el espíritu que les permite seguir la lucha en medio de tiempos difíciles. Tengamos cuidado con lo que decimos, pero sobre todo con lo que escuchamos.