NUEVO DÍA

Varios años atrás, un circo de televisión bien conocido desarrolló un acto que incluía tigres de bengala.
El acto se hacía en vivo delante de una gran audiencia. Una noche, el entrenador entró en la jaula con varios tigres y la puerta era cerrada de forma rutinaria detrás de él. Las luces inundaban la jaula y las cámaras de televisión se acercaban para que la audiencia pudiera ver cada detalle mientras él con habilidad ponía a los tigres en el ritmo adecuado.

En medio de la actuación, pasó lo peor: las luces se apagaron.
Por casi treinta largos segundos, el entrenador estuvo encerrado con los tigres en la oscuridad. Con su visión nocturna superior, los tigres podían verlo, pero él no los veía a ellos. Él sobrevivió. Cuando regresaron las luces, con calma terminó su actuación.
Cuando le preguntaron al entrenador cómo se sintió, él admitió sentir un frío temor al principio, pero luego -dijo-, se dió cuenta de que aunque él no podía ver a los felinos, ellos lo sabían. Él dijo: “Solo continué sonando mi látigo y hablándoles hasta que las luces regresaron. Ellos nunca supieron que yo no les podía ver tan bien como ellos me veían a mí.”

LA POESÍA DE KATY GUZMÁN CAÑAMERO

TU AUSÉNCIA, MADRE

Un día de un mes cualquiera,
A tu lecho llegó la muerte,
Sin que evitar lo pudiera,
Dejándote  así, fría e inerte.
A tu cara, que  fuera azucenas,
Llegaba  el pálido color de cera,
A tus ojos la eterna  ceguera,
 y tus manos que fueran de armiño,
Y con tersura de seda,
Descansaban sobre tu pecho,
 Regazo  mío,  que un día fuera.
Ángeles blancos volaban
Sobre tu cuerpo yacente,
Para llevarse tu alma,
Por los siglos, eternamente.
Una daga  de tristeza,
Me acecha en la oscuridad,
Me atraviesa con firmeza
Y sangra  mi soledad.
Mi corazón ese día,
Se declaró prisionero,
Del  dolor y melancolía,
Del desconsuelo, del miedo.
Tu ausencia  me lastima,
Tu calor,  ya no tengo,
Clavada llevo una espina,
En lo profundo del pecho.
Tu ausencia madre,
Es lo que tengo,
Y te siento  en cada rincón
De  mis jardines de invierno.
En mis noches de pesares,
Bajo la noche callada,
Mis lágrimas brotan a mares
Al recordar tu mirada.
Tu ausencia, me mata madre,
Me oprime y parte mi pecho,
¡Maldita fuera la muerte,,
Cuando llegara a tu lecho.

A.    Katy  Guzmán Cañamero