ARTICULO OPINIÓN DE SALVADOR HUESO SAÑUDO " DÍAS DE CAMPAÑA ELECTORAL "

Días de campaña electoral


En estos días de campaña, previos a los comicios de Las Cortes Generales, los órganos colegiados y unipersonales de las distintas formaciones políticas se impregnan de una actividad frenética contra reloj con objeto de hacer llegar al electorado sus posicionamientos. Es mucho lo que se juega el día de la verdad, como es el futuro de un nuevo periodo que será gobernado por quien decidan las urnas estimuladas por el criterio de los ciudadanos con derecho a voto. Las Juntas Directivas, los Comités Ejecutivos, Secretarios Generales y un largo etcétera se enfrentan a una gran actividad. Hay que hacer mucho trabajo. Designar a los afiliados militantes y simpatizantes que han de actuar como interventores de mesas, a los apoderados de centros electorales, asistir a mítines, ruedas de prensa y toda la parafernalia que conlleva unas elecciones de la dimensión de la presente, como es la de votar a los que serán a partir del 20 de noviembre los miembros de ambas Cámaras Legislativas del Estado, alta y baja, Senadores y Diputados respectivamente.
El día de las votaciones es el de la cara o cruz de la moneda entre los dos partidos mayoritarios, y aunque las encuestas y determinados marcadores políticos-sociales atribuyan el triunfo a uno de ellos, no se ha de olvidar que existen las mentiras, las grandes mentiras y la estadística, por lo que hay que esperar a lo que digan las urnas de una manera seria y democrática como se merece el pueblo español. Lo que sí es seguro que a partir del día 20 a muchos se les acabará el chollo o seguirán con él, o bien pasará la cosa a otros que esperemos se comporten de manera diferente a como se ha gestionado el país en los casi ocho últimos años.


Arcos de la Frontera (Cádiz), 08 de noviembre de 2011
Salvador Hueso Sañudo

MEDITACIÓN DIARIA

El sueño del hombre y el sueño de Dios
A veces el sueño nos dice que el futuro será rosa, que todo irá bien. Otras veces nos cubre el horizonte de nubes grises. 
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

Soñar no es algo sólo para niños. Los grandes también necesitamos momentos de fantasía en los que la vida brille de un modo distinto, fresco, alegre. Es cierto que no podemos vivir en los sueños. Los sueños no producen computadoras, ni construyen rascacielos, ni llenan los bolsillos con un poco de dinero. Pero, ¿de qué sirve tener comida, casa y familia si falta esa ilusión y esa alegría que da un toque especial a todo lo que nos rodea?

El mundo vive de sueños dulces y de pesadillas paralizantes. A veces el sueño nos dice que el futuro será rosa, que todo irá bien. Otras veces nos cubre el horizonte de nubes grises y nos impide dar los pasos necesarios para mejorar las relaciones en la familia, para encender con nueva chispa el trabajo y para que este mes sí nos llegue el dinero para comprar ese juguete que tanto sueña el más pequeño de la casa.

También Dios tiene sueños. Soñó que el hombre podría vivir en paz en esta tierra. Soñó que era posible que nos amásemos los unos a los otros, por encima de las lenguas, de las razas o de los zapatos que cada uno lleve (o no lleve) puestos. Soñó que acogeríamos a su Hijo y que empezaría, entonces sí, un mundo distinto.

Han pasado más de 2000 años. Para algunos, el sueño de Dios sigue siendo sólo eso, un sueño irrealizado en millones de corazones que no saben lo que es paz, y en otros miles que no dejan en paz a los que viven a su lado. Pero otros millones han soñado con el mismo sueño de Dios.

Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, son sólo algunos nombres de un ejército de soñadores que han empezado a dar un toque distinto a sus familias, su trabajo y sus amigos. Creyeron en el Evangelio, y el Evangelio pasó a ser un sueño más real que todo el dinero del mundo.

Cuando el sueño del hombre y el sueño de Dios se juntan en un único esfuerzo, la tierra cambia sus latidos. Las nubes pueden ser las mismas. Quizá sigue faltando el pan para la mesa. Quizá no regresa el esposo que se ha ido lejos para seguir sueños que no son sino pesadillas. Un palacio de riqueza será siempre un infierno mientras dejemos a Dios y al prójimo como mendigos a la puerta. Quien vive junto a Dios sabe que hasta un campo de exterminio puede convertirse en un lugar de esperanza y de rezos.

Dios sigue soñando. Quizá la muerte no sea más que continuar, ahora sí para siempre, ese sueño que iniciamos aquí en la tierra. Un sueño en un cielo donde sólo habrá felicidad, donde el Amor lo será todo para los eternos soñadores de Dios...

NUEVO DÍA

Un sabio, decía que nuestra forma de pensar se congela y nos quedamos recorriendo siempre los mismos caminos, pues la mente se fija a las cosas que pensamos. Hoy en día este fenómeno se conoce como "paradigma".
Imaginemos que vamos en bicicleta por una carretera: el aire fresco golpeándonos el rostro; los árboles, las nubes, la naturaleza, las aves, los montes lejanos... Imaginemos que de pronto vemos una gran piedra en medio del camino.
Si fijamos toda nuestra atención en la piedra -es decir, en el obstáculo-, por más que sólo ocupe un breve espacio en la carretera, terminaremos chocándonos con ella.
Pensemos cuántas veces descubrimos un obstáculo en la vía y, al asumirlo como si fuera lo único, hacemos desaparecer todas las demás opciones (los árboles, las nubes, el resto del camino), dirigiéndonos irremediablemente hacia él, hacia la piedra.
No permitamos hoy que los obstáculos desvien nuestra atención y nos hagan creer que ya no hay salida, siempre hay oportunidades que vienen con ellos.