FÁBULA DE SAMANIEGO

Fábula VIII

8. El pájaro herido de una flecha

Un Pájaro inocente,
Herido de una flecha
Guarnecida de acero
Y de plumas ligeras,
Decía en su lenguaje
Con amargas querellas:
«¡Oh crueles humanos!
Más crueles que fieras,
Con nuestras propias alas,
Que la naturaleza
Nos dio, sin otras armas
Para propia defensa,
Forjáis el instrumento
De la desdicha nuestra,
Haciendo que inocentes
Prestemos la materia.
Pero no, no es extraño
Que así bárbaros sean
Aquellos que en su ruina
Trabajan, y no cesan.
Los unos y otros fraguan
Armas para la guerra,
Y es dar contra sus vidas
Plumas para las flechas.»

Silencio...

Silencio...

Silencio que me escuchas,
ayúdame a aclarar,
esto que siente mi mente,
que no me deja meditar.
La soledad me esta cegando.
Pienso cosas que no debería pensar.
Siento que mi vida no tiene sentido ya.
Me estoy desesperando, déjame vivir ya.

Silencio de mis noches,
aclárame la vida ya.
¿Por qué es que siento
que no tengo en quien confiar?

Muchos me han hecho sufrir,
lágrimas me han hecho derramar.
Por eso la sola palabra amistad
Silencio, me hace temblar.

Algunos me miran con pena,
otros no saben como mirar.
Yo que vivo dentro de mí,
no entiendo como actuar.

No se que pensar,
¿Quienes serán mis amigos de verdad?
No tengo con quien hablar.
Tengo terror de continuar.

Silencio tu que aclaras todo
aclara mi corazón,
que esta sufriendo
por causa del rencor.

Olvidé el perdonar,
no recuerdo el valor de la amistad.
Ahora tengo miedo de hablar
No se en quien confiar.

Si ella que me conocía de años,
Amargamente me hizo llorar
Silencio ¿Que me harán las personas
Que conozco hace un tiempo atrás?

Colaboración de Veronica Montes
Puerto Rico
www.tubreveespacio.com 

NUEVO DÍA

Un joven muchacho entró apresuradamente dentro de una estación de servicio y le preguntó al encargado si tenía un teléfono público.
El encargado asintió con la cabeza. Seguro, allí está. El muchacho introdujo algunas monedas, marcó un número y esperó la respuesta. Finalmente alguien le contestó. Uh señor, dijo con voz profunda, ¿podría serle útil un muchacho honesto, buen trabajador, para trabajar con usted?
El encargado no pudo evitar oír la pregunta. Después de unos instantes, el muchacho dijo: Oh, usted ya tiene un muchacho joven, honesto y buen trabajador? Bueno, está bien. Igualmente gracias.
Con una amplia sonrisa de oreja a oreja, cortó la comunicación y volvió a su coche, cantando eufóricamente.
Eh, permíteme un minuto, lo llamó el encargado de la estación. No pude evitar escuchar tu conversación. ¿Por qué estás tan contento? Yo pensé que el hombre te había dicho que ya tenía a alguien y no te necesitaba. El muchacho sonrió. Bueno, verá usted, yo soy el muchacho honesto y trabajador. ¡Estaba solamente controlando mi trabajo!
Fuente: Aguas refrescantes, Editorial UNILIT

MEDITACIÓN DIARIA

El amor más entrañable ahí está por ti.
Meditaciónes del Rosario. Quinto Misterio de la Luz. La Institución de la Eucaristía. 
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


La persona que más te quiere descúbrela ahí. Ahí hallarás la Víctima que constantemente se ofrece por ti, en tu lugar, que paga amorosamente por tus culpas y pecados. El cuchillo que no quiso Dios que Abraham clavara en el cuello de su hijo Isaac, permitió que se clavara en las manos, en los pies y el corazón de su propio Hijo. Por amor a nosotros, La deuda enorme que nosotros ni siquiera sospechamos cuan tremenda es, la pagó Jesús completamente en el Calvario, y la siguen pagando en la Eucaristía.

Se trata de una Víctima que sufre en nuestro lugar. El soldado en cuyo lugar murió San Maximiliano Kolbe sí nos podría decir qué significa que otra persona muera en nuestro lugar, cuando vio el cadáver de su bienhechor. Parece que nosotros nos impresiona ya de tanto ver el cadáver, es decir, el crucifijo. Ahí encontrarás el Pan de la vida que sacia el hambre del alma y el agua viva que sacia la sed de eternidad y de amor. Si de hambre y de sed se trata, nunca el hombre se ha sentido más hambriento y sediento que hoy. Se mueren millares de jóvenes, de hombres y mujeres de pura hambre, de pura sed: sed de eternidad, de cariño, de sentido de vivir.
 

Cuando uno quiere hablar con la verdad, no tiene más remedio que decir: “Vengo cansado de buscar inútilmente por tantos caminos. No he encontrado la verdad de la vida y de las cosas. No he encontrado un amor que llene plenamente mi vida. Sí un amor pequeño, tal vez, que me llena hasta cierto punto. No he encontrado un sentido a la vida lejos de Ti. No he encontrado la felicidad. Soy un buscador cansado ya de vivir y de buscar y no encontrar... Tú has dicho que eres el Camino, la Vida y la Verdad... Por eso vengo a comer ese pan maravilloso de la Eucaristía.
 

Ahí hallarás al compañero de camino que no quiere que vayas solo por la vida. Quien descubre al compañero de camino es la fe. Cleofás y su compañero estuvieron caminando con Él por espacio de dos horas, hablaron con Él y escucharon sus palabras pero no lo descubrieron por su cerrazón de corazón y su falta de fe. Solo más tarde, cuando abrieron su mente y corazón e invitaron a Jesús a estar con ellos, lo reconocieron. “¿No ardía nuestro corazón...?” Así nos sucede a nosotros; Jesús camina a nuestro lado, nos interpela, pero no nos apercibimos de que es Él, por nuestra falta de fe y apertura.

Traemos los ojos ciegos de tristeza, de orgullo e impertinencia, y así, no se puede reconocer a Jesús. No quieras convertir tu vida en un purgatorio, privándote de la compañía del mejor amigo. Él te ama y quiere que lo ames. No preguntes por qué. “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?...”Lo que interesa no es tanto saber por qué, sino saber que es un amor verdadero, personal, infinito. Si algún día quiere Dios revelar el misterio, Él sabrá; pero si no lo quiere decir, al menos a mí no me importa; me basta estar seguro de ello: Dios existe y me ama.
 

Amor con amor se paga: Así como es cierto que Dios te ama, también lo es que te pide una respuesta de amor, y nuevamente, no preguntes por qué. Ya san Agustín se hacía esta pregunta: “¿Quién soy yo, Señor, para que me pidas y me exijas que te ame con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas; y que te disgustas muchísimo si no lo hago...?” Ama todo lo que puedas y como mejor sepas, y habrás cumplido.
 

Las visitas a Jesucristo y a María, realizadas con fe y fervor, infunden no pocos ánimos. En tu ciudad viven, a unos pasos de tu calle; no cuesta trabajo visitarles un minuto, darles los buenos días, pedirles una misericordia para la jornada. Esas pequeñas visitas, esos pequeños momentos, robados a tu abultada agenda, inyectarán vigor a tu alma triste.
 

Ve a visitarles con más frecuencia, con más amor y menos prisa, que son los amigos de tu alma, los que ponen suavidad y eficacia en tus actividades febriles. Si el arte de vivir es amar y ser amado, ahí tienes dos amigos que siempre te han querido y a los que no has sabido amar, tal vez. Una breve visita, un corto detenerse, un pequeño gesto de cariño, un mirar y ser mirado, un alargar la mano y dar la diaria limosnita de amor.

María no necesitaba la transfiguración. Porque veía a su Hijo como Dios, cada vez menos como hijo suyo, y cada vez más como Dios, hasta el punto de que junto a un inmenso cariño sentía un gran respeto hacia Jesús. Y en cuanto a la Eucaristía, nadie ha experimentado lo que María, que tuvo al Hijo en su seno como todas las mamás, y luego lo volvía a recibir en su cuerpo a través de la comunión. Entonces era un niño pequeño con un futuro por hacerse, Ahora recibía al Hijo que había recorrido los caminos del mundo; al Hijo a quien vio muerto en la cruz y muerto en sus brazos. Volvía a recibir a aquel niño tierno, a aquel adulto, a aquel muerto en la cruz, a aquel Hijo resucitado. Por eso, las comuniones de María tenían una experiencia muy particular e impresionante: volvía a vivir la alegría extática del nacimiento, aquellos años de alegre esperanza en Nazareth, los años dramáticos de la vida pública, los momentos dolorosísimos de la pasión y muerte -de seguro que ahí se detenía largo tiempo- y las alegrías de la resurrección gloriosa.
 

Cada comunión era un rosario de los misterios de la vida de Jesús. María contemplaba una y otra vez los misterios del rosario, pero en vez de rezar avemarías, rezaba el Padrenuestro, el Magníficat y el Gloria. Por eso le gusta que nosotros recemos el rosario, como lo hacía Ella.
 


Oración:

Oh Madre, que has rezado tantas veces tu propio rosario de los misterios de tu Hijo, ayúdanos a contemplar esos misterios con tus ojos y tu corazón de Madre. Alcánzanos la gracia de recibir a Jesús en el sacramento de su amor con el fervor con que Tú lo hacías en los años de tu soledad. 

FÁBULA DE SAMANIEGO

PAGO RONCERO ALTO  EN ARCOS DE LA FRONTERA

Fábula VI

6. El lobo y la cigüeña

Sin duda alguna que se hubiera ahogado
Un Lobo con un hueso atragantado,
Si a la sazón no pasa una Cigüeña.
El paciente la ve, hácela seña;
Llega, y ejecutiva,
Con su pico, jeringa primitiva,
Cual diestro cirujano,
Hizo la operación y quedó sano.
Su salario pedía,
Pero el ingrato Lobo respondía:
«
Que el no haberte causado leve ofensa,
Y dejarte vivir para que cuentes
Que pusiste tu vida entre mis dientes?»
Marchó por evitar una desdicha,
Sin decir tus ni mus, la susodicha.

Haz bien, dice el proverbio castellano,
Y no sepas a quién; pero es muy llano
Que no tiene razón ni por asomo:
Es menester saber a quién y cómo.
El ejemplo siguiente
Nos hará esta verdad más evidente.

Asesinos de sentimientos

Asesinos de sentimientos

Cada día estamos tan inmersos en nuestro propio egoísmo e individualismo que somos criminales de manera inconsciente ya que solamente nos preocupamos por nosotros mismos y no nos damos cuenta de lo que le hicimos al otro fue grave, siendo esto irremediable en la vida del otro. Siempre nos vamos haciendo daño los unos con los otros matándonos parte de lo que teníamos en nuestro más íntimo ser.
¿Cuántas veces no hemos matado los sentimientos de las demás personas? ¿En cuántas ocasiones cada uno de nosotros no ha menospreciado a las diferentes personas que nos encontramos a lo largo de la vida y dañado de esta forma su integridad humana? Todos con o sin intención alguna vez en la vida hemos asesinado los sentimientos de otros y de esta forma nos convertimos en más asesinos que aquellos que están en la cárcel por matar físicamente a una persona, porque cuando se daña psicológicamente aniquilamos a las personas por el resto de sus vidas, y la condenamos a que aquella parte que se vio dañada no reviva nunca más.
Cada una de las personas que habitamos sobre la faz de la tierra, posee sentimientos, y por lo tanto aunque quizá no se dé cuenta del daño que le han causado, su inconsciente sí lo sabe y lo guardará para ir acumulándolo y volver al que ha recibido el daño, en un ser inerte que camina por inercia.
Hoy, nos preguntamos ¿cómo es que hemos sido capaces de caminar libremente por la vida dañándonos irremediablemente a cada instante? o quizá lo que acabamos de decir anteriormente es falso, y el precio o la condena que pagamos por ser homicidas es vivir, en donde la cárcel es la vida misma. ¿Quién no ha dicho en alguna ocasión una palabra cruel a otra persona y la hemos devastado y ni siquiera nos hemos dado cuenta?
Todos alguna vez lo hemos hecho y también nos lo han hecho, por lo tanto, en la vida nos hemos asesinado los unos a los otros. Hay algunos conformistas que se consuelan diciéndose que la vida es así, pero no se han dado cuenta de que si todos pusieran de su esfuerzo personal todo sería diferente y no sería necesario ir por la vida siendo delincuentes.
Tal vez todo lo que hemos dicho hasta ahora este errado y lo que realmente hacemos es a través del daño hecho hemos enseñado a vivir a los otros, y así logramos vislumbrar que en la vida no todo es color de rosa, es decir, perfecta, porque si fuera así sería plana y monótona sin ninguna emoción de la cual levantarse y seguir peleando en este mundo donde el más fuerte sobrevive.
Lo que hacemos es ayudar a no quedarse estancados en una sola posición sino que les instruimos a ser capaces de sobrepasar los obstáculos que nos va poniendo la vida, esto en vez de matarlos los hace revivir y les da un aprendizaje para que continúen caminando por el sendero de la vida, reafirmando el propósito de todo ser humano, encontrar la felicidad plena.
Sin embargo, esto no puede ser, debido a que es la forma en que estamos viviendo y no es la más eficaz, esto queda muy expuesto cuando vemos que el ser humano actual es un ser lleno de egoísmo y goza de una constante falta de conciencia social todo producto del daño que hemos provocado. No es justo lastimar y ser homicida de otros entes porque eso los ha transformado en lo que se ha mencionado anteriormente, un ser sin conciencia social, vivir maltratándonos mutuamente no es vivir realmente, sino más bien es ir muriendo constantemente, ya que cuando maltratamos dañamos y matamos una parte de la persona que fue dañada.
Tal vez con el modo de vida que lleva el ser humano actual (aniquilándonos reiteradamente) posiblemente se alcance la felicidad pero, ¿qué sucedería si haber sido constantemente acuchillados por los demás nos hace vivir infelizmente y nunca seamos capaces de encontrar el verdadero camino de la felicidad? Esta interrogante es muy difícil de responder puesto que llegar al atardecer de la vida sin conocer la felicidad nos hace darnos cuenta de que hemos desperdiciado nuestra existencia y ya no se puede remediar, porque lamentablemente no se puede volver atrás.
Cuando a una persona se le han destrozado sus emociones es imposible que le exijamos o pidamos que no se vuelva un “muerto viviente” , esto quiere decir que nosotros mismos hemos matado lo que lo hacía puro y único, y le obligamos a tener que ser igual a los otros, desgarrando los sentimientos de los otros como lo han hecho con él, le convertimos el alma, de este modo lo transformamos en una persona fría sin ninguna compasión frente a lo que le pueda afectar a los demás donde lo único que le es importante es su propia persona y su bienestar, esto representa la realidad actual del ser humano.
Esto de ninguna forma quiere decir que el hombre desde ahora se haya convertido en un asesino, si no que es hoy en día cuando lo hace cada vez con más frecuencia e intensidad, porque desde que el hombre conoció el lenguaje ha cometido homicidios psicológicos contra sus pares, a través de lo verbal.
Los niños son los únicos que aún no han sido inducidos a cometer homicidio contra los otros, debido a que no se les ha enseñado que deben cuando alguien los daña hacer lo mismo, pero, sin embargo, el daño que se les hace es acumulado y cuando crezcan por todo aquel perjuicio depositado dentro de su alma será un asesino más dentro de todos los que ya hemos asesinado los sentimientos de las otras personas. Lamentablemente tendrán que formar parte de este mundo lleno de asesinos.
Ha sido un milagro el que aún existan niños que no han sido contaminados, aunque no podemos dejar de mencionar que los adultos en reiteradas ocasiones enseñan a los niños lo que ellos creen es correcto, como es el caso “defenderse del mundo” pero lo que en realidad tratan de hacer es podrirles el alma, enseñándoles a matar a los que son sus pares en el emocional viaje que recién han comenzado a emprender, la vida.

¿Cuántas veces, cuando a un niño otro lo arremete le decimos que debe hacer lo mismo? Muchas veces lo hacemos debido a que creemos que si se hace esto el niño se sentirá mejor y estará complacido por ver que quedó sin recibir un castigo justo, sin darse cuenta de que lo que él cree justo lo perjudicará simultáneamente, por el resto de su existencia en este mundo donde todos somos unos criminales.
Con todo lo que hemos expresado anteriormente podemos decir que por una parte somos asesinos y por otra no, simplemente lo que hemos hecho es impulsar al ser humano a que debe seguir avanzando en su travesía por la vida y que los daños que nos hacemos nos harán más fuertes y nos ayudará a encontrar la felicidad, pero tampoco podemos dejar de decir que en la vida matamos gran parte de los otros y en muchas ocasiones lo transformamos en un ser que no posee ganas de seguir viviendo en un mundo en donde se le arrancan sus sentimientos y se ve obligado a hacerlo también, de esta forma, cada uno se vuelve una persona más desconfiada para con los otros por miedo a sentir que se ven amenazados sus sentimientos y sus intereses en la vida, con aquello el humano se introduce cada vez más en sí mismo.
Colaboración de Paz
Chile

EL POETA Y LA POESÍA SALVADOR RUEDA

Tu desaire más ligero
pone mi pecho vibrando
como un granillo de arena
hace temblar todo un lago.