TRISTE SOLEDAD

Triste soledad


Triste soledad que me acecha
me busca en todas partes
me persigue en mis sueños
me acompaña insistente.

Se ha convertido en mi sombra
mi única compañía es la soledad
ella sabe de todos mis secretos
y en mis ríos de lágrimas se encuentra.

En una pradera rebosante
se encuentra un alma solitaria
un alma triste buscando compañía
y entre la oscuridad se esfuma su figura.

Entre el profundo silencio
se puede oír un susurro
es una persona solitaria hablando consigo misma
buscando la razón de su estado.

Todo darían por un amigo
cuando la soledad abruma
de todo pueden ser capaces
los solitarios que vagan en las calles.

Pero la soledad siempre acecha
y cuando te descuidas 
terminas bajo su dominio
sin encontrar tu destino.


Colaboración de Jessica
Argentina

NUEVO DÍA

Vendrá la Paz
Si tú crees que una sonrisa, es más fuerte que un arma Si tú crees que lo que une a los hombres, es más fuerte que lo que los separa Si tú crees en el poder de una mano extendida Si tu crees que ser diferente es una riqueza y no un peligro... entonces
¡Vendrá la Paz!
Si tú sabes mirar al otro, con un poquito de amor Si tú sabes preferir la esperanza, a la sospecha Si tú estás persuadido que te corresponde tomar la iniciativa, antes que el otro. Si todavía la mirada de un niño llega a desarmar tu corazón... entonces
¡Vendrá la Paz!
Si tú puedes alegrarte del gozo de tu vecino Si la injusticia que golpea a los otros, te indigna tanto como la que tú puedes sufrir Si para tí el extranjero, es un hermano Si tú puedes dar gratuitamente un poco de tu tiempo por amor... entonces
¡Vendrá la Paz!
Si tú sabes aceptar que el otro te preste su ayuda Si tú compartes tu pan y sabes dar con el un pedazo de tu corazón Si tú crees que el perdón consigue más que la venganza Si tú sabes cantar la felicidad de otro y bailar su alegría... entonces
¡Vendrá la Paz!
Si tú puedes escuchar al desdichado, que te hace perder tu tiempo y entretenerlo con una sonrisa Si tú sabes aceptar la crítica y hacer que te sea provechosa, sin rechazarla ni defenderte Si tú sabes acoger y aceptar un punto de vista diferente al tuyo Si tú rehúsas a darte golpes, por tus culpas en el pecho de otros... entonces
¡Vendrá la Paz!
Si para tí el otro, es ante todo un hermano Si para tí la cólera es una debilidad, no una manifestación de fuerza Si tú prefieres ser herido, antes de hacer daño a alguien Si tú no te sientes tan importante que "después de tí el Diluvio"... entonces
¡Vendrá la Paz!
Si tú alcanzas y te colocas al lado del pobre y del oprimido, sin creerte un héroe Si tú crees que el amor, es la única fuerza de disuasión Si tú crees que la paz es posible... entonces
¡Vendrá la Paz!
Autor Desconocido

EL POETA Y LA POESÍA SALVADOR RUEDA

El día de conocerte,
mira qué casualidad,
tu nombre estuve escribiendo
en la escarcha de un cristal.

FÁBULA DE SAMANIEGO

Fábula XIII

13. El ciervo en la fuente

Un Ciervo se miraba
En una hermosa cristalina Fuente;
Placentero admiraba
Los enramados cuernos de su frente,
Pero al ver sus delgadas, largas piernas,
Al alto cielo daba quejas tiernas.
«¡Oh dioses! ¿A qué intento,
A esta fábrica hermosa de cabeza
Construir su cimiento
Sin guardar proporción en la belleza?
¡Oh qué pesar! ¡Oh qué dolor profundo!
¡No haber gloria cumplida en este mundo!»
Hablando de esta suerte
El Ciervo, vio venir a un lebrel fiero.
Por evitar su muerte,
Parte al espeso bosque muy ligero;
Pero el cuerno retarda su salida,
Con una y otra rama entretejida.
Mas libre del apuro
A duras penas, dijo con espanto:
«Si me veo seguro,
Pese a mis cuernos, fue por correr tanto;
Lleve el diablo lo hermoso de mis cuernos,
Haga mis feos pies el cielo eternos:»

Así frecuentemente
El hombre se deslumbra con lo hermoso;
Elige lo aparente,
Abrazando tal vez lo más dañoso;
Pero escarmiente ahora en tal cabeza.
El útil bien es la mejor belleza

MEDITACIÓN DIARIA

Oficina de recolección de quejas
Nos ahogan miles de quejas con las que señalamos una y otra vez a los demás mientras olvidamos nuestros propios pecados y defectos.
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net




El padre abad tuvo una idea. Redactó un texto y lo puso en las puertas del monasterio y de la parroquia:

“Visto que cada día cientos de personas se quejan por lo que hace o deja de hacer el obispo; por lo que hacen o dejan de hacer los sacerdotes; por lo que hacen o dejan de hacer los catequistas y los demás agentes de la pastoral; por lo que hacen o dejan de hacer los demás católicos.

Visto que nunca será posible ponernos de acuerdo sobre el color de las flores para las procesiones del Patrono, y que unos se quejarán contra lo que otros hayan decidido.

Visto que hay problemas reales que merecen ser solucionados pero que no se arreglan si nos limitamos a murmurar, cuando de lo que se trata es de hablar con quienes pueden poner remedio a los mismos.

Visto que existe el peligro de mirarnos continuamente a nosotros mismos, con todos nuestros defectos, pequeñeces y pecados, y olvidar a esa multitud de personas que siguen fuera de la Iglesia y que necesitan el testimonio de nuestra fe, esperanza y caridad.

Visto que pensamos que hay otros que no merecen el perdón de Dios, cuando en realidad nadie lo merece (nosotros tampoco), sino que Cristo lo ofrece a todos aquellos que se convierten de corazón.

Visto que podemos caer en el agujero de hablar más de los errores de la Iglesia que de los cientos de abortos que se cometen cada año en nuestra zona y en todo el mundo, que podemos dedicarnos a la crítica por la crítica mientras olvidamos que cada año mueren millones de personas de hambre o miles de ancianos sin que nadie les acompañe en sus últimos años.

Visto que nos ahogan miles de quejas con las que señalamos una y otra vez a los demás mientras olvidamos nuestros propios pecados y defectos.

Se instituye, al día de hoy, una oficina de recolección de quejas. Su funcionamiento se estipula como sigue:

1. No se admiten quejas de cosas simplemente escuchadas pero no comprobadas.

2. No se admiten quejas que nazcan de envidias, rencores, odios y desengaños del pasado o del presente.

3. No se admiten quejas anónimas.

4. No se admiten quejas que suponen en los demás intenciones desconocidas y que incurren, por lo mismo, en juicios temerarios o en el delito de la calumnia.

5. Se admiten aquellas quejas basadas en hechos reales y comprobados.

6. Se admiten quejas acompañadas de propuestas concretas de solución.

7. Se admiten quejas que se ofrecen con el deseo sincero de ayudar a otros, no las que simplemente buscan hundir a los demás.

8. Se admiten quejas maduradas en la oración y orientadas a promover una vida evangélica, litúrgica y eclesial profunda, fervorosa, responsable y alegre.

9. Se admiten quejas sobre temas importantes, no sobre asuntos de nuestra vida comunitaria que no tienen mayor relevancia.

10. Se admiten quejas que ayuden a orientar nuestros corazones a la misión y al rescate de tantos hermanos nuestros que se han alejado de la fe o que nunca han conocido realmente a Cristo.

11. Se admiten quejas que nacen del deseo sincero y práctico de mejorarnos antes a nosotros mismos que a los demás; quejas acompañadas de actos concretos de caridad, de servicio, de ayuda, de oraciones por nuestra comunidad, por la Iglesia entera, por todos los hombres y mujeres, especialmente por los más necesitados.

12. Se admiten quejas que nos lleven a despertar del letargo en el que nos sumerge el vicio de la avaricia y nos ayuden a vivir la auténtica pobreza evangélica, a compartir nuestros bienes con los necesitados y nuestro tiempo con quienes anhelan un poco de cariño y de atenciones.

Una vez recogidas, las quejas serán estudiadas en la oración para que, si así lo quiere Dios, puedan ayudarnos a mejorar la propia vida y la de la quienes están a nuestro lado.

Desde la fuerza de la gracia divina, esas quejas podrán convertirse en motivo de conversión. Sólo entonces nos permitirán crecer cada día en el Amor a Dios y a nuestros hermanos, sobre todo cuando son débiles, frágiles y pecadores como nosotros, y necesitan menos críticas destructivas y más cariño sincero que culmina en una corrección fraterna auténticamente cristiana.

Firmado y sellado con una oración a Jesucristo, manso y humilde de Corazón, y a la Virgen, Madre del buen consejo, en el día de hoy, el año de gracia del Señor dos mil y...”