MI PASADO, MI PRESENTE



Yo quisiera entender tantas cosas, prever para no sufrir y poder apartarme del tiempo como si aquello fuera posible. Tan sólo ahora puedo sentir el roce, la música, el canto de mi piano en esta habitación tan clara y tan oscura. Mi pesar, el decaimiento se hace palpable con cada respiro, en mi aliento yace la tristeza y la agonía de un tiempo anterior que jamás dejé ir y que revivo una y otra vez. Vivo aferrada a mí yo pasado, vive conmigo mientras ese yo re-vive pensando en lo que ya pasó, en lo que me pasó.
Aún puedo ver a mis espaldas ese día, esa hora. Mi yo pasado sonreía al verte, es la única sonrisa que recuerdo de mí yo pasado, porque para mí pasado ya no existen otras sonrisas anteriores, se encargó de culparte de su última sonrisa y de su única razón de pena, razón a la cual se aferró hasta el punto de abatirse terriblemente por ti.
Y aquí estamos, yo en mi viejo piano tocando la canción más triste que pueda porque así logro traerte a mí, como logro traer mis recuerdos, y miro aquella escena donde mi pasado sonriente te abre la puerta y tú entras con la sonrisa que despierta mi sonrisa, mi sonrisa pasada. Te posas a un lado de la ventana y tu sonrisa desaparece de tu rostro, me hablas, me dices muchas cosas que ya ni recuerdo muy bien, lo que más recuerdo es que fue la conversación más triste del mundo.
Por donde llegaste, te fuiste y me dejaste allí sin comprender nada, volteé y ya no estabas, volteé y él se fue. Corrí hacia el mueble y lloré desconsoladamente y aún lloro mientras toco el piano, lloro sin lágrimas porque se me acabaron ese día. Detengo bruscamente la música al golpear el piano una y otra vez con fuerza, con coraje. Y al levantarme de mi asiento, allí veo a mí yo pasado seguir sufriendo en el viejo mueble del lamento.
Intento entonces consolar a mi pasado diciéndole que pare de tanto sufrimiento, y me responde que eso es lo que es: sufrimiento, le replico diciendo que no, que mi pasado soy yo y me dice entonces que eso es lo que soy: un sufrimiento con corazón. Me quedo perpleja, había una parte de mí que me decía que yo tenía un corazón que sufría pero que yo no era un sufrimiento en sí, más dudaba de aquello al ver a mí yo pasado, mi pasado sí era de un sufrimiento en sí mismo.
Mi pasado dejó de mirarme a los ojos pero no se apartó de mí. Aún se podía escuchar la melodía impregnada en la habitación y volvía una y otra vez el recuerdo de tu adiós. Y te culpé, porque si mi pasado era un sufrimiento ahora y por ende yo, eso había ocurrido por tu culpa, porque me convertí en lo que tú quisiste que fuera. Me convertí en lo que provocaste, una lágrima, un lamento.
Entonces alguien tocó mi puerta. Mi pasado dio un salto y su corazón se aceleró, se preguntaba si eras tú que habías vuelto porque el pasado vive del ayer, del ayer donde tú estabas y me decías un te quiero. Mi pasado pensaba en términos del ayer, quería que todo fuera como ayer y por eso se rehusaba a mirar los ojos del hoy. Yo no esperaba nada y aún así te esperaba, mi yo pasado, y mi yo presente, tenían una visión bastante común.
Me levanté y abrí aquella puerta, mi pasado corrió detrás de mí, y allí les vimos: un yo y otro yo más. Uno con una expresión más neutra y otro con un rostro de pasado. Les invité a pasar pero el yo nuevo con cara de pasado me dijo que no podría pasar sino hasta mañana, a la llegada del futuro y que entonces se quedaría para no irse. Pero entonces el otro yo me dijo que eso pasaría siempre y cuando yo lo permitiera, y no comprendí.
- Yo mañana seré como yo hoy decida que sea. Yo pasado anuncia un lamento de algo que no quería que pasara, y gracias a eso se convirtió en la tristeza que es pero yo pasado no tiene forma de razonar más allá del ayer, sólo yo presente puede hacerlo y puede darse cuenta que si bien el hecho de quedarse sola fue la causa de su desolación, no es lo mismo estar en sufrimiento que ser un eterno sufrimiento.
Si yo pasado controla, yo presente será controlado y yo futuro no será otra cosa distinta. Yo pasado no tiene la fuerza ni voluntad para dejarte. Pudo haber sido causa de quien eres hoy, el pasado en parte es responsable de tu hoy, pero sólo tu hoy será responsable del mañana que aún no nace por tanto el mañana no tiene rostro. Yo futuro puede ser como lo ves en mi rostro, neutral donde tú decidirás cómo será o puede tener la cara del ayer siendo el mañana -.
- ¿Cómo puedo tomar las riendas de mi vida? ¿Cómo hago para tener la oportunidad de decidir cómo seré mañana? -.
- Empieza con quitarte el peso de tu pasado y su tristeza, dile que se vaya con el futuro que él quiere crear y a partir de allí serás libre para decidir cómo quieres ser hoy, como quieres ser ahora, entonces tu futuro comenzará a escribirse porque tu futuro comienza a partir del hoy.
Yo futuro sólo tendrá la cara de yo presente, yo presente es el responsable de elegir cómo enfrentar la vida, si con la cara del yo pasado o su propia cara -.
Era difícil para mí aquello. En las puertas de la habitación de mi vida estábamos: lo que fui, lo que soy y lo que podría ser a partir del camino que tomara. Despedirme de mi pasado era impensable, a mí yo pasado le debo lo que soy hoy. Mi yo pasado seguía mirando con su cara de tristeza y esperándote a ti, porque nunca dejó de esperarte ni un instante. Se fue a sentar en el mueble del lamento.
Yo me quedé sin saber qué hacer, mientras los yo del futuro seguían en la puerta esperando entrar en algún momento.
Fue entonces que me acerqué a mi pasado y me senté a su lado.
- Él no volverá -.
- ¡Cállate! -. Me dijo. Mi yo pasado se negaba el mirar los ojos del hoy. Le abracé y lloramos. Te culpamos, dijimos que había sido mentira el mundo papel que construiste y que tan sólo quedo de él las cenizas de otro tiempo. Con amor le dije a mí yo pasado que debía irse, se negó, me rogaba pues no quería quedarse atrás, estar sola. Mi pasado quería quedarse conmigo y yo, no lo negaré, quería quedarme con mi pasado porque si bien tendría una razón constante de tristeza, ya conocía mi pasado y no quería dejarlo ir.
Mi pasado se resistía y yo dudaba de dejarlo, hasta que tomé a mi pasado y lo puse en la puerta junto al yo del mañana con cara de ayer, les pedí que se fueran y cerré la puerta. Me sentí más sola, me había acostumbrado a vivir con mi pasado y en el pasado, ya no tenía a qué aferrarme.
Dudé, pensé en abrir nuevamente la puerta pero si lo hacía debía estar consciente que cargaría con mí yo pasado y mi yo futuro que era exactamente igual al primero, ya no era una carga sino dos, no podría con un pasado de sollozos y lamentos y un futuro que me deparaba lo mismo.
Me senté a llorar en el mueble del lamento. Tú me habías dejado, me sentía tan vacía, dependía de ti totalmente.
¿Por qué me habías dicho que te importaba y me habías dejado en agonía un momento después? Te odiaba y al mismo tiempo te necesitaba, quería vivir como antes de ese día, quería que todo estuviera bien y me quedaba pensando en esos instantes contigo, sólo en eso pensaba. Lloré tanto por ti que me dormí entre tanta tristeza. Me despertó el sonido de la puerta. Abrí y mi yo pasado estaba allí, porque el pasado siempre llama a la puerta. Y la cerré. Había decidido dejar el pasado atrás. Dejé de llorar, dejé de esperarte.
La puerta volvió a sonar, pensé: Es el pasado que siempre quiere regresar y no me equivoqué, aunque no conseguí a mí yo pasado esperarme en la puerta sino a ti. Me dijiste:
Volvamos atrás, volvamos a empezar. Si hubieras visto mi pasado sabrías cuánto lloré, si lo hubieras visto, no tendrías la menor duda de que te esperé, pero has llegado tarde pues para salvar mi presente, tuve que enterrar mi pasado y así poder construir un futuro. Yo no merecía llorar tanto y aún así lo que recuerdo de mi pasado, es un eterno llanto. Me pides volver atrás, no sabes qué significa volver allá. Volver a empezar, eso hice cuando te dejé atrás.
Mi pasado aún anda vagando esperando tu amor, mi yo presente ya te olvidó. Y a ti sólo me queda decirte adiós,
por el bien de los dos…
03/01/2010 – 07:54 p.m. – 08:13 p.m.
003. Mi yo pasado, mi yo presente y tú. Colección Albor.
Colaboración de Waldylei Yépez
Venezuela

FÁBULA DE ESOPO


El pastor y el mar

Un pastor que cuidaba su rebaño en las costas, veía al mar muy calmado y suave, y planeaba con hacer un viaje de comercio.
Entonces vendió todo su rebaño y lo invirtió en un cargamento de dátiles, y se echó a la mar. Pero vino una fuerte tempestad, y estando en peligro de hundirse la nave, tiro por la borda toda la mercancía, y escasamente escapó con vida en la barca vacía.
No mucho tiempo después cuando alguien pasaba y observaba la ordenada calma del mar, él le interrumpía y le decía:
-De nuevo está el mar deseando dátiles y por eso luce calmado.

Nunca generalices conclusiones basándote en un solo suceso.

NUEVO DÍA


Cada día, cuando estoy en mi cocina, recibo la delicada, preciosa y esperada visita de una parejita que he aprendido a apreciar. Aunque libres como el viento, todos los días --y a veces, varias veces el mismo día-- se acuerdan de hacer una paradita para saludarme y acompañarme. Por ello le estoy agradecida a su Dueño, Quien se los permite.
Lo cierto es que tengo ya casi 3 años de experimentar estos encuentros. Además de otros muchos visitantes que pululan por el área, esta parejita es la que siempre llega y se posa de forma tranquila y agradable sobre el techado de mi garaje, regalándome todo un espectáculo.
Su acicalamiento, el uno a la otra, me enseña tanto sobre su ternura y delicadeza... ¡me encanta ver cómo se tratan!
Invariablemente, me hace sentir alegre el verlas aterrizar cada día. Es evidente que ellas desconocen que hay momentos en que me encuentro muy ajetreada y acalorada, o que algunas veces me siento decaída o simplemente estoy terriblemente cansada. O quizás exhibo de momento un temperamento poco cordial. Pero así sin previo aviso me llega de repente la visita. Se ponen tan cerquita de mí, al alcance de mi mano, sin ningún temor. Y es que parecieran darse cuenta de que están seguras al otro lado de la malla de la ventana, y que yo soy la encerrada.
Me causan tanta gracia y hacen que cambie mi estado anímico en el que me encuentre. Muchas veces hasta me hacen hablarles como si fueran otro ser humano, como si pudieran entenderme. Es más, a veces me pregunto si me comprenden porque al emitirles algunos sonidos se ponen más cerquita a mi ventana, llevándome a saludarlas y hasta cantarles.
Yo creo que este es un encuentro divino y maravilloso, en verdad muy relajante y grato para mí y mi familia.

MEDITACIÓN DIARIA


Eucaristía, cautivo de amor
Hay un Prisionero en una cárcel pequeña. El cautivo es Rey de reyes, Señor de señores. La cárcel menuda es el Sagrario 
Autor: Antonio Orozco | Fuente: Arvo.net



Hay un Prisionero en una cárcel pequeña, El cautivo es Rey de reyes, Señor de señores. La cárcel menuda es el Sagrario: cárcel de amor es llamada (B. Josemaría Escrivá, Forja, 827), porque de amor es el delito. Siendo Dios, vino a ser hombre. Eterno, asumió el tiempo. Inmutable, quiso padecer. Omnipotente, quedó inerme sobre el heno de un pesebre de Belén. Todopoderoso, y fugitivo, cruzó desiertos de amor llenos de arena. Creador del Universo, trabajó con fatiga largos años en el taller de José. Inmenso, anduvo incansable, paso a paso, los caminos de Palestina. Gruesas gotas de sangre manaron de su piel hasta el suelo de Getsemaní. Se entregó porque quiso -quia ipse voluit- a una flagelación cruel, a la coronación de espinas, se abrazó a una cruz, y se dejó clavar en ella, entre dos ladrones y los insultos blasfemos de criaturas suyas. Todo sin necesidad, por puro amor, para redimir los pecados de todos y cada uno de los hombres y abrirles las puertas del Paraíso.

«Bajo las especies de pan y vino está Él, realmente presente con su Cuerpo y su Sangre, su Alma y su Divinidad. Así, juntándose un infinito amor, ¿qué había de conseguirse sino el mayor milagro y la mayor maravilla» (Juan Pablo II, Homilía, 9-VII-1980).

¿Puede decirse que es «justo» que estés ahí, Cristo, en tu cárcel, inerme, más aún que en Belén, que en Nazaret y el Calvario? Pues sí, digo que es justo, justísimo, porque nos has robado el corazón, y lo has hecho hasta con «alevosía». ¿Por qué te has excedido tanto en tu amor? ¿Por qué nos amas así, con esa locura increíble? ¿No bastaba una sola gota de tu Sangre para redimir mil millones de mundos? ¿No bastaba uno sólo de tus suspiros? ¿Acaso no era suficiente tu sola Encarnación en el seno virginal de María Santísima? ¿Por qué tanto dolor, por qué tanto tormento, por qué...?

¡Es justo, Señor, que ahora estés ahí, cautivo en tu pequeña cárcel oscura! ¡Nos has robado el corazón! Es justo, con esa justicia maravillosa que -en la sublime sencillez divina- se funde con el amor, la misericordia, la generosidad, la verdad, la libertad, la belleza, la armonía, la alegría... ¡Es justo que estés preso porque amas infinitamente, porque te has excedido, y todo exceso debe pagarse! Tú lo expías en el Sagrario.
 

Lo que no es justo en modo alguno es que yo me quede indiferente, o que te olvide y pase horas sin recordar tu amorosa cautividad. No es justo que pase un sólo día sin visitarte en el Sagrario, al menos una vez. No es justo que el Sagrario no sea el imán de mis pensamientos, palabras y obras. No es justo que, habiéndome robado Tú mi corazón, no esté donde está mi tesoro. Por eso renuevo ahora mi propósito de centrar entera mi vida en tu cárcel de amor. Y. siempre que pueda, aunque sean breves instantes, iré a visitarte, para decir: Adoro te devote, latens Deitas, te adoro con devoción Dios escondido (Himno Adoro te devote). Con una genuflexión pausada, iba a decir «solemne». Adoro tu presencia real -sub his figuris- bajo las apariencias del pan, donde no hay más pan que tu sustancia: tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma humana, tu Divinidad, con el Padre y el Espíritu Santo.
 

EL MILAGRO DE LOS MILAGROS 

Aquí está el milagro de los milagros, misterio de fe que anuda en sí todos los misterios del Cristianismo (B. Josemaría, Conversaciones, n. 113): Dios Uno y Trino, la Encarnación del Verbo, la Redención de la humanidad, la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección, la glorificación eterna...
 

Tibi se cor meum totam subiicit: mi corazón se somete a Ti por entero, ¡es tuyo! ¡Me lo has robado!. Quia te contemplans totum deficit, contemplándote se rinde, pierde toda otra razón de su latir. No podría ser de otro modo, cuando se oye el eco de aquella canción:
 
Corazones partidos
 
yo no los quiero;
 
y si le doy el mío,
 
lo doy entero
 

Si Tú me das el tuyo entero, ¿qué podría hacer yo con el mío? Hoy, en la Misa, te me has dado todo. Ahora sólo cabe una palabra: ¡gracias! Aquí estoy para servirte; totus tuus ego sum!, soy enteramente tuyo.
 

Visus, tactus, gustus in te fallitur: la vista, el tacto, el gusto, no alcanzan a percibirte, pero me basta el oído para saber con absoluta certeza que estás ahí: «Esto es mi Cuerpo», «Esta es mi Sangre...» Nada hay más verdadero que tu palabra todopoderosa, capaz de realizar el milagro de los milagros.
 

En estas Visitas al Santísimo, quizá breves, siempre demasiado breves -es inevitable-, se enciende la fe, y con la fe, la esperanza y el amor. Creo y proclamo verdadera tu Humanidad Santísima y tu Divinidad inefable: ambo tamen credens atque confitens. Y con la fe encendida como el sol saliente de un limpio amanecer, peto quod petivit latro penitens: «He repetido muchas veces aquel verso del himno eucarístico: peto quod petivit latro penitens, y siempre me conmuevo: ¡pedir como el ladrón arrepentido!» (B. Josemaría Escrivá, Via crucis, XII, 4).
 

¿Qué pidió aquel hombre de azarosa vida que moría en otra cruz junto a Cristo?: ¡acuérdate de mí cuando estés en tu Reino!. «Reconoció que él sí merecía aquél castigo atroz... Y con una palabra robó el corazón a Cristo y se abrió las puertas del Cielo» (Ibid.)

Con una palabra. También esto es «justo», Señor: si Tú me has robado el corazón, es justo que yo te robe el tuyo. ¡Es tan fácil!: «A Jesús le basta una sonrisa, una palabra, un gesto, un poco de amor para derramar copiosamente su gracia en el alma del amigo» (Ibid.). ¿Ves ahora mi corazón contrito, rendido, convertido, vertido hacia Ti con todas las fibras de su ser? Pues, ¡acuérdate de mí ahora que estás en tu Reino!. Yo te abro las puertas de mi pecho; Tú me abres las del tuyo inmenso, las puertas del Reino del Amor.

BELÉN

Esa pequeña cárcel de amor es también Belén, un Belén perenne. «Belén» significa «casa del pan». El Sagrario es lugar donde se guarda el Pan de la Palabra, el mismo Verbo de Dios, la Palabra única del Padre que nos habla del Amor. Es el pan de los ángeles, pan del cielo, medicina de inmortalidad (cfr. CEC, n. 1331), que no de otra cosa se alimentan los Ángeles que del Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero.
 

En el Belén de nuestros templos se halla, para nutrir a los hombres, no sólo el Cuerpo y la Sangre redentores, sino también el Espíritu de Cristo que, desde el Sagrario, se difunde en nuestros corazones al hacer, como solemos, una comunión espiritual. Porque la Humanidad Santísima de Jesús es el verdadero Templo donde habita la plenitud de la divinidad corporalmente (Col 2, 9). Su alimento es la Voluntad del Padre, y el aire que respira es el Espíritu Santo. Por eso, al soplar, se difunde, en una incesante y siempre nueva Pentecostés, el Paráclito.
 

¿No se percibe siempre, dondequiera que estemos, como una brisa que desde el Sagrario más cercano viene a aliviar el esfuerzo de nuestro trabajo, que pone, si es el caso, dulcedumbre en el sacrificio, sosiego en el dolor, más gozo en la alegría de amar y saberse infinitamente amados por un Corazón de carne, como el nuestro, que palpita con vigor divino?
 

El Espíritu Santo, con su lazo de Amor, estrecha, une, funde nuestros corazones hasta poder exclamar: ¡ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí! (Cfr. Gal 2, 20). Es asombroso, el cristiano se endiosa, inmerso en lo Infinito, como canta el villancico de un clásico:
 

HOMBRE 
Por más que esté dividido
 
Os hallo entero, mi Dios.
 

DIOS 
Sí, amigo; que entre los dos
 
Nunca ha de haber pan partido.
 

HOMBRE 
¿Qué igualdad se puede dar
 
Entre la nada y el todo?
 

DIOS 
¿Queréis saber de qué modo?
 
Comiendo de este manjar.
 

HOMBRE 
Luego, después que he comido,
 
¿Vengo por gracia a ser Dios?
 

DIOS 
Sí, amigo, que entre los dos
 
Nunca ha de haber pan partido.
 

HOMBRE 
¿A quién habrá que no asombre
 
Tan excesivo favor?
 

DIOS 
Eso es lo que puede amor,
 
Haceros Dios, y a Mí hombre.
 

HOMBRE 
¿Qué a tal alteza he venido,
 
Y a tanta bajeza Vos?
 

DIOS 
Sí, amigo; que entre los dos
 
Nunca ha de haber pan partido
 

(Alonso de Ledesma)
 

¡Qué justo es, Dios mío, que estés en cárcel de amor! Desde ahora mismo compartiremos todo: corazón, pensamientos, afanes, trabajo, penas, alegrías, amores. El Sagrario será mi tesoro, mi Belén, mi Pentecostés... y mi Betania: espacio de encuentro, lugar de sosiego, donde se ama de veras a Jesús, con admiración, con respeto, con cariño; donde se escucha sin prejuicios su palabra y donde Jesús, en elocuente silencio, escucha. Incluso se atreve uno a «reprocharle» cariñosamente que no «haya llegada a tiempo» de curar a Lázaro: «Señor -dice María-, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano». Pero por nada del mundo se pierde la fe: «aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios te lo concederá»; «yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Y María, capaz de provocar en el corazón mezquino de todos los Judas, un escándalo mayúsculo, derrama el salario anual de un obrero, en su perfume de preciosa fragancia, a los pies de Jesús, y los enjuga con su cabellera hermosa. Y Lázaro -alma serena, corazón jugoso, mirada penetrante, llena de luz-, contempla, conversa con el Maestro, siente el orgullo de su sangre noble, generosa; pondera en silencio su honda amistad con el Maestro.
 

«Es verdad que a nuestro Sagrario le llamo siempre Betania... -Hazte amigo de los amigos del Maestro: Lázaro, Marta, María. Y después ya no me preguntarás por qué llama Betania a nuestro Sagrario» (Beato Josemaría, Camino, n. 422). Y andarás par el mundo «asaltando» Sagrarios (Ibid., 269 y 876); gozando al descubrir alguno nuevo «en tu camino habitual par las calles de la urbe» (Ibid., 270), y no dejarás nunca la Visita al Santísimo: «La Visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor» (CEC, n. 1418). «La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración» (Juan Pablo II). Así siempre «tendrás luces y ánimo para tu vida de cristiano». Y dirás a los Ángeles que, de algún modo, comparten nuestro mismo «Pan»: «Oh Espíritus Angélicos que custodiáis nuestros Tabernáculos, donde repose la prenda adorable de la Sagrada Eucaristía, defendedla de las profanaciones y conservadla a nuestro amor (Camino, 569)».
 

GRITO SILENCIOSO 

El Sagrario es una llamada a entretenerse en conversación de fe, esperanza y amor con Quien ha dado y sigue dando su sangre por nosotros. Un grito silencioso: ¡Estoy aquí! ¡Venid los que andáis cansados, agobiados, descorazonados, que yo os aliviaré! ¡Venid también los que estáis contentos, que me gusta compartir vuestra alegría y llenarla, para que sea completa, más honda y duradera, más auténtica, más humana y más divina, que nadie os pueda arrebatar!
 

Para alcanzar la amistad creciente con Cristo es preciso ir purificando la mente y el corazón, porque Él es la pureza misma. La frecuencia en el Sacramento de la Penitencia es el gran medio purificador. Sin él, nuestra fe sería escasa; nuestra esperanza, incierta; nuestro amor, dudoso; nuestra obras torcidas. «No es solamente la Penitencia la que conduce a la Eucaristía, sino que también la Eucaristía lleva a la Penitencia. En efecto, cuando nos damos cuenta de Quien es el que recibimos en la Comunión eucarística, nace en nosotros casi espontáneamente un sentido de indignidad, junto con el dolor de nuestros pecados y con la necesidad interior de purificación» (Juan Pablo II, Dominicae Cenae, 24-II.1980, n. 7). Así conseguiremos que «brille todavía más la gloria y la fuerza de la Eucaristía» (Bula Incarnationis mysterium, n. 11).
 

RADIO ARCOS PROGRAMACIÓN NOCTURNA PARA HOY







RADIO ARCOS EMISORA MUNICIPAL, PROGRAMACIÓN PARA LA NOCHE  DE HOY JUEVES 1 DE SEPTIEMBRE 2011.

A LAS 20:00 HORAS: INFORMATIVOS R.N. E

DESDE LAS 20:30 HORAS:

AZAHAR: MUSICAL COFRADE.

SEVILLANAS DE ORO.

22:00 HORAS: CLÁSICOS EN LA NOCHE: LA MEJOR MÚSICA CLÁSICA DE TODOS LOS TIEMPOS.

23.00 HORAS “NOSTALGIA BAJO LA LUNA “EL PODER DE LA PALABRA

ENTREVISTA GRABADA EN EL AÑO 2008: DIEGO VILLALAR MARÍN “LOTERO DE ARCOS “

EN SI FUERA: PAQUITO ROSA PALMERO.

REFLEXIONES DIARIAS: EL PODER.


3 A 5 DE LA MADRUGADA: MADRUGADA EN LAS ONDAS. 

RADIO ARCOS, LA RADIO QUE SE ESCUCHA, 29 AÑOS EN TU VIDA.